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Melanoma

El melanoma es una forma maligna de cáncer de piel que aparece en unas células llamadas melanocitos, las cuales producen pigmentos que confieren su color a la piel. El melanoma suele aparecer como una mancha irregular de color marrón, negro o rojo o bien como un lunar existente que empieza a cambiar de color, forma o tamaño. Aunque el melanoma sólo representa en torno al 3% de todos los cánceres de piel, es el tipo que conlleva la mortalidad más alta y es más proclive a metastatizar (a diseminarse).

El melanoma aparece con mayor frecuencia en la región del tronco en los varones de piel clara y en las piernas en las mujeres de piel clara. En las personas de piel oscura, surge con mayor frecuencia en las palmas de las manos, las plantas de los pies y la piel de debajo de las uñas. Cuando se detecta precozmente, el melanoma es potencialmente curable.
Hay cuatro tipos principales de melanoma cutáneo:

El melanoma de extensión superficial es la forma más frecuente de la enfermedad, responsable de aproximadamente el 70% de los casos. Se origina normalmente en un lunar preexistente.

El melanoma nodular es el segundo en frecuencia, responsable del 15% al 30% de los casos. Los melanomas nodulares son más agresivos y suelen desarrollarse más rápidamente que los superficiales.

El melanoma lentigo maligno aparece como lesiones planas extensas, de ubicación más habitual en la cara de las mujeres de piel clara mayores de 50 años. Esta forma de melanoma, responsable del 4% al 10% de los casos, tiene un menor riesgo de metástasis que otros tipos.

El melanoma lentiginoso de partes acras aparece en las palmas de las manos, las plantas de los pies o debajo de los lechos ungueales. Solo representa del 2% al 8% de los melanomas en pacientes de piel clara, pero hasta el 60% de los observados en personas de piel más oscura. Se trata de melanomas muy agresivos y extensos, con un diámetro medio de tres centímetros.
Los síntomas del cáncer de piel varían de una persona a otra y pueden consistir en alteración de la piel, como una mancha nueva o una que cambia de tamaño, forma o color; herida que no cicatriza; mancha o herida que cambia en cuanto a sensación, picor, hipersensibilidad o dolor; pequeño bulto liso, brillante, pálido o céreo; bulto rojo y firme que puede sangrar o presentar una costra y a través de una mancha plana y roja que es rugosa, seca o descamada.

Muchos de estos síntomas no son cáncer, pero, en caso de observar uno o más de ellos durante más de dos semanas, consulte al médico.