La osteosíntesis es el término que se emplea para describir la intervención mediante la cual se vuelven a alinear los fragmentos de hueso fracturado y se mantienen en posición con elementos externos metálicos. En el caso de la pelvis, esto dependerá del patrón de fractura (estables o inestables) y el contexto del paciente.
Las fracturas de pelvis estables suelen ocurrir en pacientes de edad avanzada con traumatismo de baja energía (caídas a nivel). Estas fracturas pueden ser de porciones aisladas manteniéndose la consistencia del anillo pélvico. En estos casos, el tratamiento puede ser tan sólo analgesia y reposo en espera de la consolidación.
La fractura de pelvis inestable suele estar en el contexto de accidentes de alta energía (caída de altura o tránsito), y esto puede estar asociado a otras lesiones graves con riesgo vital. La fractura de pelvis desplazada puede dañar vasos sanguíneos, con riesgo de una hemorragia masiva interna. En estos casos se debe reponer la estabilidad del anillo pélvico de forma urgente, y el uso de tutores externos está indicado.
El tutor externo (TE) es un dispositivo de estabilización que requiere un mínimo de intervención quirúrgica para instalarse, tanto en la magnitud de la cirugía, como en el tiempo requerido para colocarse. El SE TE compone de varillas roscadas (Schanz) que se introducen de forma percutánea, por incisiones de aproximadamente un centímetro en la piel, anclándose en el hueso más firme de la pelvis. Estas varillas de unen entre sí por fuera del paciente con un sistema de barras y rotulas permitiendo manipular la posición de los fragmentos principales cerrando y estabilizando el anillo pélvico. Esto logra tres objetivos principales: el primero es limitar el sangramiento activo del paciente politraumatizado; el segundo es estabilizar los bordes del hueso fracturado permitiendo movilizar al paciente sin riesgo de mayor daño interno; el tercero es minimizar el dolor del paciente.
La osteosíntesis interna en la fractura de pelvis tiene la ventaja de ser más cómoda para el paciente y no tiene el riesgo de infección presente en las heridas de los Schanz de un tutor externo. Esta osteosíntesis puede realizarse con placas, tornillos u otros elementos que el médico especialista determinará para cada caso particular.
La rehabilitación luego de una fractura de pelvis es variable y estará supeditada a las lesiones asociadas que tenga el paciente. En general se intenta mantener con reposo en cama y movilizándose con silla de ruedas durante el primer mes postoperatorio. La rehabilitación kinésica se emplea para combatir la atrofia muscular y rigidez articular.
Se realizan controles radiográficos mensuales para evaluar la progresión de la consolidación. Normalmente se inicia la rehabilitación de la marcha en el segundo mes postoperatorio, y el proceso de consolidación se completa a los 3 o 4 meses posterior al accidente.
Las fracturas de pelvis son lesiones graves con riesgo vital. El compromiso óseo refleja la intensa energía absorbida por el cuerpo y esto puede generar lesiones no apreciables en una radiografía, lo que puede traducirse en dolor crónico posterior independiente del éxito de la cirugía en relación al hueso.
En ocasiones, la fractura de pelvis puede incluir un rasgo de fractura que comprometa la articulación de la cadera. La cavidad donde se aloja la cabeza del fémur se denomina el acetábulo, por lo tanto, estas son las llamadas fracturas de acetábulo.