Fiebre

El aumento de temperatura corporal es un mecanismo defensivo frente a una determinada infección, facilitando la respuesta inmune o inhibiendo el crecimiento de virus o bacterias.

La fiebre es solo una manifestación de que algo está pasando a la persona. Por sí sola, no permite realizar un diagnóstico y tampoco establecer la gravedad, siendo muy importante observar los síntomas que la acompañan. El niño con fiebre debe mantenerse en reposo en su casa, en un ambiente termoneutral, con poca ropa. Debe recibir alimentos livianos, según tolerancia y no forzarlo a comer; lo que sí es importante es que reciba abundantes líquidos.

¿CÓMO BAJARLA?

• Hacerlo sólo cuando la temperatura es mayor a 38,5° axilar o 39° rectal, salvo en niños que presenten riesgo de convulsiones, en los que se intenta disminuir desde un inicio.
• Se puede desabrigar al niño, ponerle compresas húmedas tibias en tórax, abdomen, zona inguinal y axilar.
• Entre los medicamentos, el más usado es el paracetamol, ya que tiene menos efectos adversos. Previa consulta con el pediatra, se utiliza una dosis entre 10 a 15 mg/kg, la que puede repetirse hasta cada 6 horas; en niños mayores de 35 kg puede usarse dosis de adulto, es decir, 500 mg. En caso de no haber respuesta, hay que llamar al pediatra, quien podrá dar otras alternativas.

¿CUANDO CONSULTAR?

• Fiebre por más de 48 horas.
• Fiebre en menor de 3 meses.
• Fiebre en paciente con patología oncológica.
• Fiebre en paciente con antecedente de cirugía reciente.
• Fiebre sobre 39°, que se acompaña de escalofríos y cambios en la coloración de la piel.
• Fiebre acompañada de cefalea y/o vómitos importantes.
• Fiebre acompañada de compromiso del estado general, gran irritabilidad, rechazo alimentario (recibe menos de la mitad), somnolencia.
• Fiebre en pacientes con patología crónica.