La automedicación es una tendencia muy común entre los chilenos. Algunos expertos aseguran que el 90% de los pacientes toma medicamentos sin consultar a un especialista. Conozca los riesgos de este hábito que puede tener serias complicaciones y diversas consecuencias.
La automedicación es el consumo de medicamentos u otros productos de acción biológica sin indicación médica. La mayoría de las veces son fármacos que se venden sin receta médica, pero se da también el caso de personas que guardan lo que les sobra de remedios que han comprado con receta y que los usan mucho tiempo después, sin siquiera fijarse si están vencidos o no.
El doctor Rodrigo Orozco, médico internista de Clínica Las Condes, explica que “las personas los consumen por recomendación de amigos o familiares o por la publicidad que aparece en los medios de comunicación. Saben que el posible beneficio es dudoso, pero piensan que son inocuos y, por tanto, no hay riesgo”.
¿Cuáles son los riesgos?
El automedicarse implica varios peligros potenciales. El primero y más serio, como explica el doctor Orozco, “es sufrir los efectos adversos de los fármacos consumidos. Estas reacciones adversas pueden ser agudas y violentas o lentas y solapadas. Una reacción adversa rápida, y potencialmente grave, puede ser un fenómeno alérgico a un fármaco, por ejemplo, un antibiótico. Una reacción adversa más lenta, y muchas veces no pesquisada por la persona, puede ser, por ejemplo, un daño renal por el uso permanente de antiinflamatorios”. El doctor Orozco señala que se debe recordar que niños y adultos mayores están más expuestos a sufrir los efectos tóxicos de un fármaco usado en forma inadecuada. Otro riesgo no menor asociado a la automedicación es el de enmascarar síntomas y, con esto, retardar el diagnóstico de una posible enfermedad subyacente.
Fármacos más usados
Los medicamentos que más usan las personas por iniciativa propia en Chile son los antiinflamatorios no esteroidales -medicamentos contra el dolor como el ácido acetilsalicílico (Aspirina), paracetamol, ibuprofeno, diclofenaco, naproxeno, metamizol, entre otros-. Estos pueden tener efectos secundarios debido al abuso, como gastritis o úlceras. Cuando se necesita un tratamiento prolongado de ellos, es necesario consultar con su médico la posibilidad de utilizar un protector intestinal. Luego vienen los antibióticos, seguidos por los laxantes y los diuréticos.
Otra situación es el mal uso y abuso de ansiolíticos y psicofármacos, actualmente vendidos sólo con receta médica, ya que no siempre el paciente respeta las indicaciones del profesional. En esta categoría caben además los productos “naturales”, a los cuales, según explica el doctor Orozco, “se les adjudican beneficios y propiedades nunca demostrados científicamente. La población, en forma errónea, asume como veraces las informaciones transmitidas en la publicidad de estos productos”.
Otro error frecuente de los pacientes es que consultan a los dependientes de las farmacias qué remedio les puede servir para alguna dolencia. El doctor explica que “esta persona no tiene formación para indicar o sugerir medicamentos. Seguir sus consejos en forma confiada puede implicar riesgos y consecuencias negativas. Por otro lado, el profesional químico-farmacéutico puede ayudar en aclarar una prescripción o buscar alternativas en caso de dudas. Sin embargo, no está calificado para recetar fármacos ante el relato de los síntomas por el paciente”, recalca el médico.
“Una reacción adversa de automedicarse, y que muchas veces no es pesquisada por la persona, puede ser, por ejemplo, un daño renal por el uso permanente de antiinflamatorios”.
Riegos de alergia y otros efectos adversos como dolores abdominales, náuseas y vómitos.
Diarrea asociada al uso de antibióticos, muchas veces por el cambio de la flora intestinal y el crecimiento de bacterias patógenas como el Clostridium difficile.
Aparición de bacterias resistentes a los antibióticos de uso habitual. Esto trae como consecuencia la necesidad de uso de antibióticos de última generación, de alto costo y de uso intravenoso y, por lo tanto, de hospitalización.
Pérdida de agua y sal, que producen deshidratación y baja de la presión arterial. Esto se traduce en que la persona se siente débil, sin ánimo y presenta mayor riesgo de caídas. Pérdida de electrolitos y minerales, necesarios para el normal funcionamiento de nuestro cuerpo. Esto se manifiesta especialmente por una baja del potasio en la sangre o hipokalemia, que se acompaña de debilidad muscular y arritmias que pueden llegar a ser graves. Tanto los laxantes como los diuréticos, ambos de venta libre, se usan como automedicación con el fin de perder peso. Este uso es totalmente incorrecto, dado que estos fármacos causan pérdida de agua y no reducen la cantidad de grasa corporal. Además, sus efectos tóxicos se potencian, poniendo en riesgo la salud de la persona que los consume.
Pérdida de electrolitos y minerales, necesarios para el normal funcionamiento de nuestro cuerpo. Esto se manifiesta especialmente por una baja del potasio en la sangre o hipokalemia, que se acompaña de debilidad muscular y arritmias que pueden llegar a ser graves.
Tanto los laxantes como los diuréticos, ambos de venta libre, se usan como automedicación con el fin de perder peso. Este uso es totalmente incorrecto, dado que estos fármacos causan pérdida de agua y no reducen la cantidad de grasa corporal. Además, sus efectos tóxicos se potencian, poniendo en riesgo la salud de la persona que los consume.