INFECCIÓN URINARIA

Por sus diversas complicaciones y riesgos, la infección urinaria es un problema de salud que requiere de diagnóstico y tratamiento oportuno. Para ello es clave conocer sus síntomas y molestias.

¿Qué es y cómo se presenta?

La infección urinaria se produce cuando bacterias colonizan la vejiga y generan síntomas como dolor, aumento de la frecuencia al orinar y sensación de deseo urinario constante, todo ello asociado a cultivo de orina positivo para bacterias y alteraciones inflamatorias en el examen de orina. La gran mayoría de los casos son producidos por gérmenes del mismo paciente (bacterias del intestino), que se encuentran en la zona perineal. Una vez que estas encuentran el momento propicio, ascienden desde la zona genital por la uretra hacia la vejiga, produciendo la infección.

¿Cómo se puede evitar?

Lo más importante son los cuidados en la higiene. Por ello, se educa a las mujeres desde su niñez, enseñándoles a realizar un aseo de adelante hacia atrás cada vez que van al baño. Sin embargo, existen otras condiciones que favorecen la aparición de esta patología, como actividad sexual, menopausia (falta de hormonas en la zona genital), etc.

¿Qué podemos hacer si tenemos una infección?

Cuando una paciente presenta síntomas de infección urinaria, debe ser evaluada por su médico tratante, para así precisar si los síntomas son propios de una infección urinaria y descartar otras patologías que pudieran remedar la sintomatología. Lo segundo es pedir exámenes de orina y urocultivo. Así se puede saber con certeza si hay infección urinaria, de qué germen se trata y poder elegir el antibiótico adecuado.

No tratar una infección urinaria es peligroso, ya que las bacterias pueden subir hacia el riñón y producir una infección llamada pielonefritis aguda. En general, son cuadros de gravedad que incluso requieren de hospitalización, para el manejo con antibióticos endovenosos.

¿Cuál es el peligro de automedicarse?

En ocasiones, los síntomas pueden no ser de origen urinario y, por lo tanto, se corre el riesgo de usar antibióticos sin requerirlos. Por otra parte, el uso indiscriminado de antibióticos genera resistencia de las bacterias, y cuando en realidad se necesita administrarlos, los gérmenes serán resistentes a la terapia. De esa forma, el tratamiento se dificulta y encarece, ya que se deben usar otros tipo de antibióticos de mayor costo e incluso se puede tener que llegar a hospitalizar para el manejo endovenoso de esta patología.