En la actualidad, se considera un colesterol LDL (colesterol malo) adecuado inferior 100 a 130 mg/dL. En el caso de una persona que haya tenido un infarto o un accidente vascular cerebral o factores de riesgo como diabetes o ser fumador o hipertenso, la cifra óptima es menos de 70 mg/dL.
El colesterol es una sustancia grasa necesaria para múltiples funciones, como la formación de membranas y la producción de ciertas hormonas y parte de las sales biliares. Por lo mismo, es normal y esperable su presencia en el organismo. Lo que no es normal ni esperable es que las concentraciones en los niveles sanguíneos sean más altas de las recomendables.
Cuando el nivel de colesterol excede la capacidad de su solubilización en la sangre, éste se deposita en las paredes de las arterias, formando las llamadas placas ateroscleróticas, “que aumentan sustancialmente el riesgo de presentar problemas cardiovasculares como infartos cerebrales y cardíacos, principal causa de muerte en Chile”, sostiene la doctora Ada Cuevas, nutrióloga de Clínica Las Condes.
La especialista explica que existen dos tipos de colesterol: el HDL o “bueno”, que es eliminado naturalmente por el organismo, y el LDL o “malo”, que si está elevado se deposita en las arterias. “Por ello, si un paciente tiene elevados los niveles de LDL, lo ideal es bajarlo y, si es posible, subir el HDL”, explica. Además, agrega que es difícil elevar los niveles del colesterol bueno, porque no existen adecuados medicamentos para lograr este efecto.
En la actualidad, puntualiza la doctora Cuevas, se considera un colesterol LDL adecuado menor a 100-130 mg/dL. “En caso de una persona que haya tenido un infarto o un accidente vascular cerebral o factores de riesgo como diabetes o ser fumador o hipertenso, la cifra óptima es menos de 70 mg/dL”.
Aunque se piensa que un alto nivel de colesterol HDL es un factor protector, no existe una evidencia absoluta que así sea, dado que no se han encontrado fármacos que lo aumenten y que, por lo tanto, demuestren absolutamente que es protector. No obstante, los estudios epidemiológicos, en cambio, sí demuestran que las personas con colesterol bueno elevado tienen menos enfermedades cardiovasculares”, aclara. En general, los niveles muy elevados tanto de HDL como de LDL se deben a factores genéticos. En el caso del colesterol malo, es necesario controlarlo cuanto antes y eso se puede hacer mediante la alimentación y la administración de fármacos. “La expectativa es que si un paciente sigue rigurosamente todas las medidas nutricionales consiga bajar en promedio 15% su LDL”, aclara la doctora Cuevas, quien destaca que algunas personas responden muy bien a la dieta, pero también hay personas que presentan cambios muy modestos en sus niveles de colesterol LDL.
Aun cuando los cambios en la alimentación son efectivos para bajar el colesterol en la sangre, hay casos muy elevados en los que se tiene que recurrir a tratamientos farmacológicos en forma permanente.
“Se trata de una condición crónica, por lo tanto, se tiene que tener presente que el tratamiento es de por vida”, señala la doctora y hace notar que es común que los pacientes, una vez que bajan sus niveles, dejen el tratamiento. Respecto de los niños que presentan sobre 200 de LDL, la doctora Cuevas explica que se trata de situaciones de orden genético. “Obviamente, deben ser tratados a muy temprana edad con medidas dietarias y fármacos”, sostiene. También, plantea que la Asociación Americana de Pediatría aconseja que se traten desde los ocho años, pero otras organizaciones indican que se haga después del desarrollo puberal. “La experiencia dice que los niños que han sido tratados con fármacos no han tenido ningún problema de desarrollo. Se tratan de por vida, ya que de lo contrario tienen un riesgo de hacer infarto de cerca de 50% entre los 40 y 50 años”, advierte.
ALIMENTOS DAÑINOS Y SALUDABLES
Entre los alimentos que más suben el LDL, y que son riesgosos, están las grasas de origen animal, en especial los lácteos enteros como la leche, quesos amarillos, cremas. También, no son recomendables la grasa de la carne, la piel de las aves, los embutidos como el chorizo, tocino y salame y los interiores como riñones e hígado. Respecto de los aceites, hay que evitar los de palma y coco. Las grasas hidrogenadas o también llamadas trans son doblemente dañinas, ya que no sólo suben el LDL, sino además bajan el HDL. “La recomendación actual es que se debe consumir menos de 1% de estas grasas”, hace notar la doctora Ada Cuevas, quien advierte que están presentes en productos envasados como galletas, queques, pizzas congeladas, “ya que se utilizan como preservantes”.
La profesional aconseja preferir las grasas saludables como los aceites monoinsaturados como el aceite de oliva y canola y los omega 3 presentes en los pescados. “También, son sanos los frutos secos y los chocolates con alta concentración de cacao. En caso de sobrepeso, se deben restringir o consumir en cantidad moderada, porque son más calóricos”.
Algunos de los alimentos que ayudan a bajar el LDL son la avena, las frutas y las verduras, el pan y el arroz integrales y los productos lácteos con estanoles. Estos últimos se ofrecen en el mercado como yogures y leches. “Son efectivos, pero hay que consumirlos a diario”.