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Centro del Cáncer

María Inés Maureira

“A los 33 años me diagnosticaron un posible cáncer de mama, pregunté qué hacer y mi ginecólogo me recomendó al Dr. Octavio Peralta del Centro Clínico del Cáncer”.

“Estando fuera de Chile por trabajo, y de casualidad, me sentí un bulto en una de las mamas. De regreso en Santiago, me hice una mamografía, momento en que todo comenzó a salir mal. Me pidieron acercamientos radiológicos, me punzaron y me hicieron una ecotomografía… todo el mismo día. Fue entonces cuando el radiólogo me dijo: ‘yo creo que esto es cáncer’. Hace un año que me había separado y tenía dos hijos de 3 y 5 años, entonces ¿qué se hace cuando te dan una noticia así? Fui directo donde mi ginecólogo a pedirle orientación y ahí fue cuando escuché por primera vez el nombre del Dr. Octavio Peralta y del Centro Clínico del Cáncer de Clínica Las Condes”.

 

El diagnóstico

 

“El Dr. Peralta me recibió, me examinó, escuchó y revisó los exámenes que llevaba. Quedé inmediatamente enamorada de la calma que me transmitió, de su calidez y sin duda de su discurso sincero. Me sentí acogida cuando me dijo que junto a su equipo me iban a cuidar. Así comenzaron los exámenes y biopsias. El bulto que tenía ya no era sólo uno, sino que encontraron más a su alrededor. Cada etapa era más difícil que la anterior, ya sabía que las cosas no estaban bien y que esos temores que se sienten en los peores sueños, se pueden hacer realidad. Sin embargo, el equipo completo hizo la diferencia. Recuerdo momentos potentes, como llorar desconsoladamente antes de entrar a un escáner y cómo las tres personas a cargo me hablaban y explicaban que esperarían todo el tiempo que necesitara para entrar tranquila. Incluso, en más de una ocasión me nublé frente a las chicas que agendan los procedimientos y todas y cada una de ellas tuvieron algo amable que decir y la voluntad de comprender y empatizar.

 

Tratamiento en Centro Clínico del Cáncer

 

“Con todos los exámenes realizados y el resultado de las biopsias, el Dr. Peralta me confirmó que tenía cáncer, que uno de los tumores era infiltrante y que necesitaba una mastectomía radical. Me explicó que luego de la cirugía se haría una nueva biopsia de todo el tejido extirpado y se confirmaría si el cáncer había alcanzado los ganglios. ¿Qué es más impactante: cáncer o mastectomía radical a los 33 años? En ese momento sin duda fue la segunda. El resultado de la cirugía fue positivo, el cáncer estaba fuera y los ganglios limpios. Pero había que eliminar todo posible rastro de la enfermedad, por lo que comencé con los ciclos de quimioterapia. Esta fue una nueva etapa en la que las enfermeras y mi oncólogo, el Dr. José Miguel Reyes, fueron fundamentales. Ellas siempre con un consejo práctico, con un gesto amable, con un cariño que podía ser un jugo, un dulce, lo que fuera. Y el Dr. Reyes, que me escuchaba y contenía mis cambios de ánimo, mi rabia, mi agotamiento y mi frustración porque sentía que no daba más… estaba cansada de que mis hijos me observaran con extrañeza y de mirarme al espejo sin poder reconocerme”.

 

El apoyo psicológico

 

“En todo el proceso la psicooncóloga del centro es fundamental. El vínculo que se genera con Verónica Roberts se basa en la capacidad que tiene de contenerte, de comprenderte y guiarte. Las que somos afortunadas de tener a la familia y a hermosas amigas que te acompañan en todo momento, aprendemos que ellos también sufren y que entender lo que nos está sucediendo, es a veces, muy difícil. Las reuniones con la Vero, o los encuentros que teníamos con otras mujeres que están pasando por el mismo tratamiento en la clínica, además de las largas conversaciones que se generan, son increíbles. Te sientes acompañada y comprendida por pares que están en tu misma situación, que sienten el mismo dolor, la misma angustia, el mismo temor. Los encuentros, además, te van mostrando que después del cáncer hay más. La Vero invita a chicas que ya han terminado el tratamiento, que nuevamente tienen pelo y que se han reconstruido. Escuchar esos testimonios te levanta el ánimo y te ayudan a entender que esta etapa pasa”.

 

Su vida actual

 

“Luego de la quimioterapia, comencé a ser yo otra vez, disfruté planificando mi reconstrucción y observé con una felicidad que no se puede describir, cómo crecía mi pelo otra vez. Comenzó la etapa de aceptarme como soy, aún sabiendo que tengo cicatrices y que mi lado derecho no es igual al izquierdo… eso no me importa en lo absoluto, le di la batalla al cáncer y llevo ya casi 5 años libre de él. Cumplo con los controles periódicos, converso y me “confieso” con mi doctor. Busco cada cierto tiempo a la Vero porque siento la necesidad de conversar con ella y de compartir momentos que sé, puede interpretar de una forma particular. Hoy mis hijos tienen 7 y 10 años, me acompaña un hombre extraordinario y junto a sus dos hijos, somos una familia hermosa”.

 

TESTIMONIOS

Matías Villalobos es un joven estudiante de 20 años que disfruta jugar básquetbol y fútbol junto a sus amigos. Sin embargo, el 2023 tuvo que congelar sus estudios, pues le diagnosticaron un osteosarcoma en la rodilla: “Subía la escalera y, al flexionar la rodilla, me dolía demasiado. Me llegó a doler tanto que tenía que subir por los ascensores del metro”. 

Lylian Orellana es microempresaria, tiene 46 años y es madre de Sofía y Leticia. En 2020 fue diagnosticada con cáncer pulmonar en plena pandemia y los especialistas le indicaron que, lamentablemente, su enfermedad estaba en una etapa muy avanzada quedándole muy pocos meses de vida. 

Anita Luengo tiene 74 años, pero contaba con 62 cuando le diagnosticaron cáncer de páncreas: “Recuerdo que estaba sola cuando me dieron el resultado y me indicaron que mi cáncer estaba fuera del alcance quirúrgico. Se me vino el mundo encima”. 

Un llamado a tomar conciencia sobre la importancia de la prevención y el autocuidado es el que hace Nicole Osiac, paciente de CLC que está en tratamiento por cáncer de mama desde mediados de este año. Te invitamos a conocer su historia a continuación y cómo el estar atenta a las señales de su cuerpo, hizo una diferencia en su tratamiento.

Hace casi dos años, David Roitman decidió hacerse una colonoscopía como medida de prevención, decisión que, sin imaginarlo, le salvó la vida. No presentaba ningún síntoma que lo hiciera sospechar que algo andaba mal, pero sí tenía antecedentes familiares de cáncer de estómago. ¿Cuál fue su resultado?

Francisca Larraín dejó pasar tres años sin hacerse la mamografía que antes se realizaba en forma anual. Cuando volvió a sus controles en 2017, le diagnosticaron un cáncer de mama que le significó pasar por un duro proceso a ella y su familia.

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