Clara Donoso se accidentó en enero de 2016 en Zapallar. Una caída de seis metros le hizo estallar una vértebra, comprimió su médula y la dejó en riesgo de no volver a caminar. Hoy, luego de dos cirugías a la columna y meses de rehabilitación, retomó su vida normal.
Fue en enero de 2016, en la Quebrada del Tigre, que queda entre Cachagua y Zapallar. Estábamos lanzándonos por unas lianas: al tirarme, creí que la altura era menor. Me caí de seis metros. Caí sentada, casi no podía respirar y tenía un dolor muy fuerte. Estuve cerca de una hora ahí, hasta que llegaron los bomberos y me llevaron a la posta de Zapallar.
Ahí todos pensamos que lo que tenía era un
problema al cóccix, por eso, mis papás -por teléfono- estaban evaluando si llevarme a Viña del Mar, hasta que me acordé de que teníamos
seguro con Clínica Las Condes, porque había tenido antes un choque en auto y lo había usado. Ahí le dije a mi papá: “Diles que me vengan a buscar”. Él llamó y me fueron a buscar en una ambulancia. Cuando llegó el equipo de Urgencia de la
clínica, me acuerdo, me puse a llorar, los quería abrazar.
Los enfermeros de la posta les dijeron que mi problema era en el cóccix, pero ellos inmediatamente comprobaron si yo tenía reflejos en las piernas y se dieron cuenta de que no era así: hablaron con mi mamá y le dijeron que el problema no era el cóccix. Después supe que lo que había pasado era que, al caer sentada,
el impacto había hecho estallar una vértebra y que la médula, por cada minuto que pasaba, se iba comprimiendo más. Por suerte, ellos me inmovilizaron completamente, lo que es muy relevante, pues si hubiera tenido un movimiento brusco, la médula se podía haber corrido un poco, cortar y yo quedar paralítica.
Al llegar a la clínica me hicieron una serie de exámenes y, paralelamente, sentí cosquillas en los dedos. Luego, el
doctor Carlos Valenzuela, cirujano del
Centro de Columna, le dijo a mi papá que me tenían que operar. ¿Cuándo? Le dijo, y la respuesta fue: “Ahora”. Mi médula estaba muy comprometida. Me acuerdo que el doctor después me fue a ver, me tocó el pelo y me dijo con un tono muy amable: “Hola, yo soy Carlos Valenzuela y te voy a operar”.
Cirugía a la columna
En la primera cirugía descomprimió el
canal medular y en la segunda, dos días después, me pusieron la
prótesis que reemplaza la vértebra que había estallado. Después de eso, permanecí un mes internada en el tercer piso del Edificio Verde y todos fueron muy atentos: las enfermeras, las auxiliares, la nutricionista. Los doctores tenían una atención con mucho cariño, sentía que, de verdad, uno les importaba. Todas esas personas estuvieron ahí para acogerme en todo momento: un abrazo, un “necesitas algo”, que te tomen la mano y, en lugar de simplemente darte un remedio, te digan “tranquila, te vas a sentir mejor” y te den el remedio. Un trato mucho más humano y cercano.
Después de eso me fui a mi casa. A los tres días vine a control con los urólogos de Clínica Las Condes y me vino una descompensación, me desmayé: yo tengo disautonomía (desmayos) desde siempre, pero ahora tenía una situación mucho más tensa y, obviamente, debido a mis antecedentes me dejaron en la clínica. Ese día, de la nada, pude hacer pipí.
De ahí en adelante mi rehabilitación fue para arriba. Al final, para la gravedad del accidente, mi rehabilitación ha sido muy buena. Al principio, la pierna izquierda, al caminar, era más lenta que la derecha, pero los
kinesiólogos, la fisiatra, todos me hicieron creer que yo podía y uno termina pudiendo. Ahora no tengo problemas al caminar.
Después volví a la universidad y hoy hago kinesiología tres veces a la semana. Además, uso un cojín para manejar y sentarme en la universidad. Nada más. Me siento bien y estoy feliz con los resultados a nivel traumatológico.