Luego de la evaluación inicial propuesta, el paciente con fisura del paladar se mantendrá con sus controles pediátricos normales, o controles de niño sano. Antes de los seis meses deberá realizarse un control auditivo e instrucciones de estimulación precoz del lenguaje.
En caso de presentar una fisura de velo o paladar blando, se cerrará entre los seis y 12 meses de vida. Si la fisura incluye el hueso del paladar, el cierre se efectuará más tardíamente dependiendo del grado de compromiso hasta los 18 meses.
Si el otorrinolaringólogo detecta infecciones del oído medio, indicará la colocación de tubos de ventilación timpánica “colleras”. A partir de los tres años de vida, y por el tiempo que se estime necesario para cada caso, se realizará la terapia de habla y voz en forma rigurosa. Si al cabo de un tiempo prudente no se observan mayores progresos en la voz, se podrá realizar una nueva intervención: faringoplastia.
En el caso de la secuencia de Pierre Robin, que también tiene una fisura palatina, se mantiene el tratamiento secundario ya descrito, pero el tratamiento primario se modifica luego de la evaluación inicial.
Los recién nacidos portadores de una secuencia de Pierre Robin, deben ser evaluados con prontitud para valorar su problema respiratorio y de alimentación. EL grado de severidad determinará si se usa una sonda nasogástrica para su alimentación, una posición especial y el uso de aparatos “distractor óseo” o “traqueostomía” en los casos más graves. Una vez superado el problema respiratorio inicial, la fisura del paladar podrá ser cerrada alrededor de los 12 meses de vida.