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Várices

Várices

Las várices constituyen el trastorno circulatorio más común en toda la población adulta occidental. Afecta al 15% de los hombres y hasta el 50% de las mujeres.

Éstas se producen por una alteración de las paredes de las venas de las piernas y aparecen como dilataciones, tortuosidades de venas debajo de la piel.

¿Quiénes las presentan?

Existen múltiples factores que inciden en el desarrollo de las várices; por un lado, pueden ser producidas por una debilidad en la pared de la vena debido a un origen genético (heredado). Por otro lado, existen causas conocidas que influyen en la aparición o aumento en la cantidad de várices, como embarazo, obesidad, permanecer mucho tiempo de pie o el uso de anticonceptivos.

¿Hay trabajos o profesiones que fomentan su aparición?

Sin duda, trabajos en los cuales se debe permanecer mucho tiempo de pie aumentan la probabilidad de aparición de várices.

¿Puede pasar algo grave si no se tratan?

Una vez que las várices ya son visibles, suelen aparecer síntomas propios de éstas, como cansancio, calambres, dolor y pesadez en las piernas, acompañado de hinchazón de las piernas, especialmente después de permanecer de pie por períodos prolongados. También es común la aparición de picazón, especialmente en periodos de calor.

Posteriormente, aparece pigmentación de la piel, en la parte interna de la pierna, que evoluciona en el tiempo como durezas y atrofia de la piel. Por último, aparece una úlcera cutánea en la parte interna del tobillo, muy difícil de tratar, comprometiendo seriamente la calidad de vida de los pacientes.

Otra complicación frecuente de las várices, que puede crear serios problemas de salud es la aparición de tromboflebitis.

Basado en lo antes descrito, el ideal es tratar las várices al momento de su aparición, para así evitar molestias o complicaciones, algunas de ellas graves.

¿Qué se puede hacer para evitarlas?

Algunos consejos para evitar la aparición de várices, especialmente en mujeres con historia familiar (genética) son:

  • Mantener activa la circulación venosa y evitar la sobrecarga de la extremidad, por medio de ejercicios físicos adecuados y deportes controlados.
  • La natación, así como el ciclismo, son prácticas que resultan especialmente útiles, aún para aquéllos que no la practiquen regularmente.
  • Los masajes manuales o de hidromasajes suelen dar buenos resultados.
  • La utilización permanente de medias elásticas o vendajes apropiados para su contención, ayuda.
  • La elevación de las extremidades durante el reposo diurno y nocturno contribuye a disminuir el cansancio y la pesadez de las piernas.
  • Evitar los ambientes excesivamente cálidos.
  • No subir de peso.

¿Cómo se tratan?

Una vez establecidas las várices, no existe medicamento que pueda revertir el proceso. Los medicamentos usualmente recomendados disminuyen los síntomas, pero poco contribuyen a la reducción de las várices.

Hoy en día está demostrado que el mejor tratamiento para las várices es la cirugía.

Lo primero que se realiza es un diagnóstico clínico y un estudio con ecodoppler para tener un buen mapeo de las venas y ver qué zona está enferma. Una vez realizado este examen, se planifica el tipo de cirugía, dependiendo de los hallazgos descritos.

La mayoría de las veces, las várices en las piernas son “alimentadas” por una vena madre, llamada vena safena interna, que va desde el tobillo a la ingle. El manejo ideal en un paciente con várices debe incluir el tratamiento de esta vena madre y la extirpación de las várices visibles.

El tratamiento tradicional consiste en la extirpación de esta vena madre (safenectomía), lo que provoca grandes hematomas en el muslo y pierna, con una recuperación postoperatoria más lenta y dolorosa, que involucra varios días en cama.

Actualmente, lo más moderno para el tratamiento de las várices es la “termo obliteración” de la vena safena, que es el equivalente a cauterizarla y así eliminarla. Se realiza a través del uso de 2 técnicas: láser y radiofrecuencia.

El procedimiento consiste en el mismo principio descrito: tratar esta vena madre, pero la diferencia radica en la forma de hacerlo. Se introduce en la vena safena un dispositivo que su extremo tiene el láser o radiofrecuencia. Luego, se va retirando lentamente con el dispositivo, funcionando de tal manera que la vena se va quemando y secando a la vez, quedando completamente ocluida (sin flujo). Una vez que se ocluye la vena principal, se procede a extirpar las venas varicosas distribuidas en la pierna, lo que se hace a través de micro incisiones, en las cuales ni siquiera es necesario poner puntos.

Con el uso de láser y radiofrecuencia, la recuperación postoperatoria en nuestros pacientes operados de várices ha mejorado dramáticamente, pudiendo muchos de ellos operarse con anestesia local, irse el mismo día de la operación a su casa y volver al trabajo dentro de un periodo mucho más corto comparado con el tratamiento clásico.