Masas abdominales

Una guatita muy hinchada puede ser indicio de una masa abdominal, un tumor benigno o maligno. ¡Ojo con estos signos!


A finales de noviembre del año pasado la mamá de Victoria de 4 años notó que su hija había engordado. Estaba con una guatita más grande, pensó que se debía a que tenía algunos kilos de más y decidió ponerse un poco más estricta con su dieta. Sin embargo, un par de días después y mientras la niña dormía, le notó un bulto extraño, una especie de masa que se movía al tacto. A los dos días su pediatra le diagnosticó un quiste abdominal benigno que le fue extirpado a través de laparoscopía. La vida de Victoria volvió a la normalidad.

¿Cuándo preocuparse?

Fuera de comprometer el funcionamiento de los órganos vecinos por la presión, las masas benignas, que se presentan generalmente en forma de quistes (es decir rellenas de líquido y mucosidad), no revisten mayor problema. La gravedad está cuando la masa es sólida o mixta, ya que por lo general son cancerígenas.

El diagnóstico precoz de estos casos resulta fundamental. "Aquí radica la importancia de observar y palpar el vientre del niño mientras duerme (boca arriba) o al bañarlo, si se nota un aumento de volumen del abdomen, es importante consultar al pediatra", aseguran los especialistas en cirugía infantil.

Cuatro son las masas malignas más comunes. La más frecuente es el neuroblastoma que nace de las glándulas suprarrenales (arriba de los riñones) o en la cadena simpática, junto a la columna vertebral. Regularmente este tumor se diagnostica en etapas más avanzadas y por tanto, sus células pueden comprometer la médula ósea.

El tumor de Wilms, es una masa maligna en los riñones y generalmente se diagnostica cuando los padres o el pediatra lo palpan ya que suele no presentar síntomas. "Afortunadamente, esta lesión crece y no avanza a dar metástasis precozmente, por lo que actualmente la sobrevida del tumor de Wilms supera al 85%".

El hepatoblastoma se presenta en el hígado y los niños suelen presentar malestar general y un aumento de volumen en la parte superior derecha del abdomen. Finalmente, el rabdomiosarcoma puede presentarse en la vejiga o la próstata y secundariamente provoca una masa abdominal por la afección de la vejiga.

Al pabellón

Ante la sospecha de un tumor abdominal, el pediatra realiza un examen clínico y un estudio de imágenes: una ecografía para determinar ubicación, tamaño y consistencia de la masa (quiste, sólida o mixta) y/o una radiografía para descartar una causa común de abdomen distendido como es la constipación. Además, los exámenes de sangre son clave en el diagnóstico, sobre todo en los de carácter maligno.

Eso sí, buenas o malas, habitualmente todas las masas abdominales tienen una resolución quirúrgica. Las benignas porque tienden a crecer presentando síntomas al alterar la funcionalidad de los órganos a su alrededor y las cancerígenas porque, además de que la biopsia es fundamental para determinar sus características, la cirugía es clave para erradicar el tumor. Muchas veces también se requiere radioterapia y quimioterapia para lograr el control de la enfermedad.

Incidencia aproximada de casos de tumores abdominales malignos al año en Chile:

NEUROBLASTOMA: 21 casos nuevos al año.
TUMOR DE WILMS: 15 casos nuevos al año
HEPATOBLASTOMA: 7 casos nuevos al año.
RABDOMIOSARCOMA: 10 casos nuevos al año.