La vejez ya no es sinónimo de deterioro, sino un momento de la vida que puede ser extremadamente beneficioso. Si el proceso comienza a prepararse antes de los 50, es posible vivir el llamado "envejecimiento exitoso" que constituye una verdadera oportunidad de empezar nuevamente.
Estadísticamente, el envejecimiento comienza a los 60 años, cuando epidemiológicamente se observa un cambio en la curva de incidencia de enfermedades tales como diabetes, hipertensión, sordera, cataratas y osteoporosis, tanto en hombres como en mujeres. Además, se suma cuando, en el plano intelectual, empieza a producirse una mínima pérdida de la memoria y de la capacidad de sintetizar múltiples variables en una adecuada decisión ejecutiva.
Tanto las enfermedades físicas como el deterioro intelectual moderado pueden ser tratados y controlados si se abordan a tiempo. Por ello, se aconseja que, pasados los 45 años, las personas inicien una vida sana, abandonen el cigarrillo, incorporen una alimentación saludable, hagan ejercicio y cultiven algún pasatiempo o interés -más allá del laboral- que les acompañe en los años futuros. Incluso, al acercarse a los 60 años, se recomienda que acudan anualmente al geriatra para un “control de adulto mayor sano”, similar al control del niño sano.
El especialista podrá medir la presión, el peso, la glicemia y el colesterol, que constituyen los parámetros más importantes para evaluar el estado de salud de un adulto mayor. “El geriatra también puede determinar si hay una disminución en la capacidad intelectual y del ánimo. Esto es particularmente importante porque de no tratar dicho deterioro, la persona puede deprimirse, lo que puede disminuir aún más su capacidad intelectual”, explica el doctor Carlos García, del equipo de Geriatría de Clínica Las Condes. “Este ‘control del adulto mayor sano’ es un nuevo concepto, pues hoy diferenciamos el envejecimiento patológico, el corriente y el exitoso”, indica el doctor.
“El primero se produce cuando no se tratan ciertas enfermedades como la diabetes, la hipertensión, el tabaquismo, la dislipidemia (o colesterol alto) y el sobrepeso, o no se diagnostican a tiempo enfermedades que aparecen con mayor probabilidad en esta etapa. El segundo tipo de envejecimiento es producto de la interacción natural del organismo con el medio ambiente, y corresponde a personas que, a pesar de tener presión, glicemia, peso y colesterol normales, no se preocupan activamente de su salud: no vigilan sus parámetros, no practican una actividad física y no se mantienen activos en lo intelectual”, señala el doctor García.
El tercer tipo de envejecimiento –el envejecimiento exitoso– exige un esfuerzo permanente y se logra cuando, además de controlar adecuadamente los cuatro parámetros (peso, presión, glicemia y colesterol), la persona deja de fumar y se ejercita, tanto física como mentalmente. “En estos dos factores –el control riguroso de los parámetros de salud y el ejercicio–, radica la diferencia entre un envejecimiento corriente y uno exitoso”, asegura el doctor.
Qué comer, cómo ejercitar
Se recomienda que el ejercicio físico sea aeróbico, es decir, que aumente el pulso, y que se practique al menos tres veces a la semana por veinte minutos.
“Aunque la persona haya sido sedentaria en el pasado, nunca es tarde para empezar”, sentencia el doctor García, quien aconseja la caminata, el trote o la bicicleta. “Pero el ejercicio más recomendable es la natación, pues no implica riesgo de traumatismos, además de que ejercita toda la musculatura y casi todas las articulaciones”, agrega. Junto con ello, existen dos medidas nutricionales: comer pescado tres veces a la semana -cualquiera, son todos beneficiosos- y tomar una copa de vino tinto al día.
Fortaleza emocional
Respecto al mantenimiento de la capacidad cognitiva, son dos los aspectos más importantes: lo propiamente intelectual, que se ejercita conservando el interés ya sea por la profesión u oficio, o por actividades culturales que representen algún desafío. “No es lo mismo leer el diario o un best seller, que la lectura de un clásico, por ejemplo”, comenta el doctor García. Y lo emocional, que se fortalece cultivando las relaciones con los hijos y nietos, pues “las personas mayores son las que transmiten las tradiciones familiares, lo que las obliga a activar la memoria”, añade.
“Se ha demostrado también que la religiosidad -sea cual sea el credo- ayuda a ejercitar la mente, pues estimula el contacto con lo trascendente y proporciona un marco social que acrecienta los sentimientos de compañía, seguridad y apoyo”, agrega el especialista.
La vejez hay que prepararla. Pasados los 45 años las personas que aún no lo han hecho deben tomarse en serio el iniciar una vida sana, abandonando el cigarrillo, incorporando una alimentación saludable, haciendo ejercicio y cultivando algún interés, más allá del laboral, que les acompañe en los años futuros. Y cuando se llega a los 60 años, se recomienda acudir anualmente al geriatra para un control de "adulto mayor sano".
Para tener una buena vejez, el geriatra Carlos García recomienda un control riguroso de los parámetros de salud y realizar ejercicios. "En esto radica la diferencia entre un envejecimiento corriente y uno exitoso", asegura.