Los cambios de temperatura, la falta de ventilación dentro de nuestros hogares o trabajos y la mayor aglomeración de personas en lugares cerrados provocan las denominadas “itis” de la época. ¿Cómo combatirlas?
Si bien, los virus clásicos del invierno están presentes durante todo el año, es en este período cuando comienzan a producirse los verdaderos brotes de enfermedades infecciosas.
Por eso, junto a la doctora Francisca Larach, otorrinolaringóloga de Clínica Las Condes, analizamos las infecciones más habituales de las vías respiratorias, con sus respectivas manifestaciones y tratamientos. De esta forma, conocerlas e identificarlas nos permitirá saber cómo podemos tratarlas en la casa y cuándo debemos consultar a un especialista.
Rinovirus, principal causante del resfrío común
Los síntomas son secreción nasal abundante, que inicialmente es casi siempre acuosa y luego se va haciendo más espesa, pudiendo, incluso, ser mucopurulenta algunos días. Si esta última característica se prolonga más de 7 a 10 días, se debe pensar en una sobreinfección bacteriana como complicación.
Otros síntomas habituales son congestión y picazón nasal, lagrimeo, dolor de garganta, tos generalmente seca, dolor de cabeza y malestar general. Habitualmente es un cuadro que cursa sin fiebre en adultos, pero que puede tener una elevación moderada de la temperatura en niños (37,5° a 38°C).
Las complicaciones vienen cuando las infecciones bacterianas se presentan en forma de otitis, sinusitis, adenoiditis o bronquitis. La persistencia por más de una semana o la reaparición de fiebre, presencia de dolor de oídos o secreción por el conducto auditivo debe hacer sospechar una complicación de este tipo.
La prevención depende del lavado frecuente de manos, medidas higiénicas adecuadas en salas cunas, jardines infantiles, colegios y en la casa; y evitando enfriamientos.
Actualmente no existe vacuna eficaz por la gran cantidad de virus involucrados (se han descrito más de 100 cepas de rinovirus diferentes).
El tratamiento es sólo para disminuir las molestias y hacer reposo si hay fiebre. Otros consiste en no fumar, tomar abundantes líquidos y aseo nasal frecuente con suero fisiológico para facilitar la respiración. En niños pequeños elevar con almohadones la cabecera de la cama (30°), procurar un ambiente húmero (uso de vaporizadores) y bajar la temperatura corporal y calmar el dolor (si es necesario, con medicamentos recetados por el médico).
Adenovirus, puede producir resfrío común, faringitis, conjuntivitis y amigdalitis
A diferencia del resfrío común, los síntomas producen más fiebre y demora más en curarse. La congestión nasal y las secreciones (moco) son mayores. El dolor de garganta es más intenso y suele haber secreción blanquecina en las amígdalas. Hay más congestión en los ojos y puede dar tos y laringitis (afonía o ronquera).
Ocasionalmente puede producir infecciones como neumonía, meningitis o encefalitis, especialmente en los más pequeños o personas con defensas bajas. El contagio se origina a través del contacto de las secreciones de persona a persona, juguetes e inhaladores.
El tratamiento consiste en hacer reposo, no fumar, tomar líquidos fríos o tibios, aseo ocular con algodones y agua hervida tibia, además de bajar la temperatura corporal y calmar el dolor.
Virus respiratorio sincicial: Es más peligroso en lactantes y niños menores de 2 años.
En niños mayores y adultos puede pasar inadvertido o como un resfrío más. Sin embargo, en los lactantes y niños menores de 2 años donde, debido a las características anatómicas de la vía aérea (más pequeña), el VRS se convierte en la principal causa de bronquitis obstructiva, neumonía intersticial (neumonitis), bronconeumonía y bronquiolitis.
En prematuros, los síntomas respiratorios pueden ser escasos y en ellos las principales manifestaciones son decaimiento, irritabilidad y rechazo de la alimentación, acompañado a veces de episodios de apnea.
Las complicaciones, en los casos más serios y en niños con enfermedad pulmonar crónica o cardiopatías congénitas, frecuentemente requieren hospitalización debido a la insuficiencia respiratoria. Otro grupo de riesgo son las personas de la tercera edad, en los que el virus puede ser causa de bronquitis, neumonitis o neumonía.
El tratamiento de la infección por este virus consiste en bajar la fiebre, buena hidratación, lavados nasales frecuentes y aspiración de secreciones. Son muy útiles la posición semisentada y la kinesioterapia para movilizar las secreciones en los bronquios.
A veces se pueden requerir inhaladores broncodilatadores. En casos graves está indicada la hospitalización para oxigenoterapia y tratamientos de mayor complejidad.
Virus influenza A y B, causantes de la gripe
El cuadro clínico típico se caracteriza por fiebre de inicio brusco, acompañada frecuentemente por escalofrío, dolor de cabeza, malestar general, dolores musculares y tos irritativa.
Algo más tarde aparecen los signos de infección respiratoria, como congestión nasal, rinitis, faringitis y tos. Puede haber también conjuntivitis, dolor abdominal, náuseas, vómitos y, en ocasiones, diarrea. La intensidad de los síntomas es variable. La tos seca y la fatiga pueden durar dos a tres semanas. En los adultos, la fiebre puede persistir entre uno y cinco días, pero en niños puede prolongarse más.
Es altamente contagioso, se transmite por vía aérea a través de las secreciones respiratorias al toser, estornudar o hablar. También a través de las manos o artículos contaminados, por lo que es muy común la diseminación en todo el grupo familiar.
El tratamiento es igual para todos los virus, pero aquí es bueno sumar gárgaras con jugo de limón y miel, además de usar antigripales o descongestionantes aconsejados por el médico.
Por culpa de las bacterias:
Las infecciones bacterianas también son más frecuentes en invierno, especialmente en las semanas peak de las infecciones virales antes descritas.
Sinusitis
Es la inflamación de unas cavidades que rodean la nariz y los ojos, que se infectan, bloquean y llenan de líquido. Muchas veces aparece después de un resfrío común o una gripe, aunque las alergias también pueden provocarlo.
Los síntomas son resfrío persistente, congestión nasal, dolor o presión en la cara, mucosidad nasal amarilla o verdosa, descarga posterior de secreción nasal de mal sabor hacia la garganta, pérdida del olfato, dolor de cabeza, fiebre (no siempre) y malestar general.
Bronquitis
Ocurre cuando los bronquios se inflaman y producen mucha mucosidad. Por lo general, es causada por una infección viral y menos frecuentemente por bacterias. Suele aparecer en la evolución de una rinofaringitis. El hábito de fumar y la alergia favorecen su presentación.
Los síntomas son tos seca, a la que se agrega mucosidad blanca o amarilla después de tres o cuatro días. También existe dolor o ardor en el centro del tórax, debilidad, silbidos en el pecho al respirar, fiebre (más frecuente en niños) y sensación de fatiga.
Dura 10 a 15 días en las personas sanas, pero a veces la tos puede persistir más tiempo.
Otitis
Infección del oído medio, generalmente causada por bacterias. Es la infección bacteriana más frecuente en la infancia (sobre todo en menores de seis años) y debe diagnosticarse y tratarse a tiempo, para proteger el correcto funcionamiento.
Los síntomas son fiebre, dolor de oído y sensación de tener el oído “ocupado”, disminución de la audición, náuseas, vómitos y, en ocasiones, diarrea. En lactantes presentan llanto como expresión de dolor, irritabilidad, dificultad para dormir, rechazo de la lactancia y tocarse los oídos.
Amigdalitis
Es una infección de la garganta y amígdalas causada por una bacteria llamada estreptococo. Es más común en niños de 5 a 13 años, pero se ve también en adultos. Debe ser diagnosticada y tratada correctamente para evitar complicaciones –actualmente poco frecuentes- como la fiebre reumática y la glomerulonefritis.
Los síntomas son intenso dolor de garganta (sobre todo al tragar) y de inicio brusco. Fiebre, que puede ser muy alta, muchas veces con escalofríos. Ausencia de mucosidad nasal, lo que la diferencia de las rinofaringitis virales. Pérdida del apetito, dolor de cabeza, amígdalas rojas con placas de secreción blanquecina, agrandamiento de los ganglios en el cuello.
El diagnóstico se hace por el aspecto de la garganta y el cuadro clínico. Si el diagnóstico es muy sugerente, el médico puede empezar el tratamiento en forma inmediata.
De tratarse correctamente, la infección desaparece en 10 días, aunque la mayor parte de los pacientes mejora notablemente luego de dos o tres días de iniciado el tratamiento antibiótico.