Es vital que en esta etapa los padres mantengan una relación cercana y de apoyo con sus hijos.
Cuando los jóvenes entran a la universidad ganan una libertad de la que carecían en el colegio. Sus horarios son flexibles y pueden elegir entrar a clases, quedarse en el patio o ir con los amigos al bar de la esquina. Ya no tienen control externo y es frecuente que se desordenen y expongan a algunos riesgos.
La doctora Verónica Gaete, jefa del Centro de Adolescentes de Clínica Las Condes, explica que si bien a los 18 ó 19 años los jóvenes han ganado autonomía, aún hay aspectos en los que pueden carecer de las habilidades para hacerse cargo de sus vidas en forma absolutamente independiente. Por eso, la orientación y contención de los padres sigue siendo necesaria.
“Para que los padres puedan ser buenos guías en esta etapa, deben mantener abierta la comunicación con sus hijos y estar al tanto de lo que están viviendo: interesarse por saber con quién salen, a qué carretes van, cómo se organizan para volver a la casa cuando van a tomar alcohol, etc. Ser receptivos cuando ellos se acercan a contarles lo que les pasa o a pedirles algún consejo y hacerles sugerencias al respecto, pero sin imponerles su parecer, ya que a esta edad una actitud así sólo logra alejarlos o despertar su rebeldía”, dice la especialista.
Por lo tanto, los padres deben mantenerse atentos a lo siguiente:
El alcohol:
El 25% de los jóvenes entre 19 y 25 años toma cinco vasos o más de alcohol cuando sale de carrete. Es un factor protector que padres e hijos acuerden un “plan de rescate” si se les pasa la mano con el trago; es decir, que puedan recurrir a sus padres y llamarlos por teléfono si algo así sucede.
“Es mucho mejor que los papás acudan en ayuda de su hijo si él se emborracha a que quede botado o maneje ebrio. Al día siguiente hay que conversar con él sobre lo ocurrido y, si la conducta se reitera, tomar medidas”, dice la doctora. También es relevante que los padres le transmitan a su hijo que salir en auto es un privilegio de personas responsables y limiten su uso en caso de que lo sorprendan manejando con tragos de más.
Las drogas:
El grupo con mayor tasa de consumo de drogas es el de jóvenes entre 19 y 25 años. Si los padres sospechan que sus hijos consumen, se recomienda enfrentar el tema amorosamente con ellos, idealmente a través de una conversación franca y respetuosa en la que planteen su preocupación, reflexionen juntos y acuerden medidas para solucionar el problema.
“Sin embargo, si el problema persiste y los hijos se niegan a admitirlo o fracasan en su intento por solucionarlo, se recomienda que los padres busquen ayuda especializada”, agrega la doctora Gaete.
La sexualidad:
No abordar este tema deja a los hijos desprotegidos. El 82% de los jóvenes tiene su primera relación sexual entre los 19 y los 25 años. Es importante que los padres asuman esta realidad ayuden a sus hijos a cuidarse de manera integral. Entre otras cosas, es recomendable que las madres apoyen a sus hijas para que asistan a controles ginecológicos anuales.
El mensaje de los padres:
- Hablen desde siempre acerca de sexualidad con sus hijos.
- Hablen en forma absolutamente natural y directa.
- No es necesario que les den información extra a sus hijos, que para ellos no sea relevante.
- Cada vez que aparezca un tema y les hagan preguntas, sean capaces de responderlas.
- Tengan una relación normal con su propia corporalidad.
- En la familia manejen una comunicación importante en los temas más relevantes e íntimos.
Cuando se cuenta con esta base, es más fácil conversar con los adolescentes. La misión de los padres es darles toda la información genuina, honesta, contextualizada e integrada con la afectividad y los valores que quieren promover en sus hijos.
Si no tienen claro cómo conversar deben buscar la ayuda adecuada. Es importante que ambos padres acompañen a sus hijos –independiente del sexo- en este camino de aprendizaje y crecimiento. Siempre es aconsejable vincularse con un profesional de la salud que acompañe y apoye este proceso.