Conoce la historia de Isabel Salinas Brull, colaboradora de CLC que fue diagnosticada con cáncer de mama y que gracias a una detección precoz pudo superar esta enfermedad.
Isabel Salinas Brull (47) es secretaria de consulta del área de
Gastroenterología Adulto en CLC. En el año 2018, se encontraba de vacaciones en Cuba con una amiga. Al segundo día comenzó a sentir molestias en una de sus
mamas, dolores punzantes y enrojecimiento. De vuelta en Santiago, fue al médico y comenzó a realizarse los
exámenes necesarios para saber qué es lo que estaba pasando.
En cuanto al proceso de examen y cómo fue el momento de su diagnóstico, nos cuenta: “comencé a realizarme exámenes y llegué a las manos de mi querida
Dra. Nuvia Aliaga, que sin ella no estaría aquí. Cuando supe el
diagnóstico, me quedé en blanco. Recuerdo que la Dra. Aliaga me hablaba de cómo era esto y los pasos que debía seguir, pero mi mente solo pensaba en quizás en que etapa del
cáncer estaría y como se lo iba a decir a mi familia. Fue un momento que no se lo doy a nadie”.
La confirmación de que tenía
cáncer de mama también le generó temor debido a los distintos escenarios que pasaron por su mente: “la verdad es que pensé en que una de las posibilidades, era que me quedaba poco de vida, por ende, no veía un futuro. Era desconcertante, no podía pensar más, porque no sabía que iba a pasar después de la cirugía”. Afortunadamente, el diagnóstico llegó a tiempo y el cáncer de Isabel se encontraba en etapa I. A pesar de que su tumor era de seis centímetros, estaba encapsulado y sin ramificaciones.
“La Dra. Nuvia Aliaga,
cirujana de mamas, se ocupó de todos los estudios que me hicieron en CLC, junto con la
Dra.Carolina Bencke, radióloga que me realizó las
ecografías de mamas. Se preocuparon en todo el proceso complicado que estuve. Gracias a Dios, la doctora junto con el equipo multidisciplinario en ese entonces, decidieron que mi tratamiento solo consistiría en tomar un medicamento llamado Tamoxifeno. No necesite
quimioterapia ya que no estaba ramificado el cáncer y
radioterapia tampoco porque era muy arriesgado debido a la cercanía del tumor con el corazón”, cuenta Isabel.
Según relata Isabel, el
sostén emocional, tanto de su familia como también de sus compañeros de trabajo en la clínica fue fundamental para salir adelante y sobrellevar de mejor manera la enfermedad: “la primera red de apoyo, siempre la familia, pareja, padres, hermanos y todo el resto. También las amistades más cercanas y en mi caso también han sido mis compañeras de trabajo y médicos con los que trabajo. Sino de lo contrario, quizás hubiera necesitado terapia mental, cosa que no fue necesario porque estuve llenita de cariño y de manos tomadas muy fuertes”.
El mensaje de Isabel para todas las mujeres que estén pasando por un momento una situación similar en sus vidas es el siguiente: “Cada sentimiento o sensación de amargura, tu cuerpo lo asimila y lo transforma en un cuerpo extraño a ti. Por eso
debemos cuidarnos y aunque sean jóvenes, deben chequearse todos los años porque las enfermedades son rápidas y si te toman no hay vuelta atrás.
Debemos hacernos los exámenes pertinentes y estar al día con una, hay que ser responsable contigo misma”.