La miel es un conocido endulzante natural producido a partir del néctar de diferentes flores y plantas. Pese a sus grandes beneficios, no se recomienda su consumo en niños menores de 1 año, aún en pequeñas cantidades. Conoce aquí por qué.
Además de su uso como saborizante, a lo largo de los años a la
miel de abeja se le han reconocido variadas propiedades antimicrobianas, antiinflamatorias, cicatrizantes, cosméticas, energéticas y conservantes.
Cabe destacar que su principal componente son los carbohidratos, pero también aporta
ácidos grasos,
ácidos orgánicos,
aminoácidos,
vitaminas (A, B, C, D, E, K),
minerales (hierro, zinc, calcio…) y antioxidantes.
Sin embargo, a pesar de sus importantes propiedades
, debemos tener presente que su ingesta en niños menores de 12 meses, aún en pequeñas cantidades, está contraindicada, dado que puede contener esporas de
clostridium botulinum.
“Estas esporas son inofensivas en adultos, pero en el intestino de un lactante menor de 12 meses pueden crecer, multiplicarse y producir una neurotoxina capaz de producir
botulismo infantil, una afección gastrointestinal poco frecuente pero grave”, explica la
doctora Macarena Díaz, pediatra de Clínica Las Condes.
Agrega que estas esporas no solamente están en la miel de abeja, sino que también pueden estar en la tierra, el polvo, en conservas enlatadas en mal estado, carnes y pescados crudos o ahumados, alimentos cocinados con papel de aluminio o conservados en aceite y algunas infusiones herbales vendidas a granel.
La especialista asegura que la mejor forma de
prevención del botulismo infantil es:
- No dar miel a niños menores de 1 año.
- No consumir alimentos en mal estado, con cambio de color u olor.
- No consumir conservas en mal estado (latas abolladas, o sellos abombados).
- Hervir alimentos de riesgo al menos 10 minutos.
- Medidas de higiene domiciliaria: disminuir la contaminación con tierra y polvo ambiental.
¿Qué es botulismo infantil?
La doctora Macarena Díaz detalla que el botulismo infantil es una afección gastrointestinal poco frecuente, pero
potencialmente mortal, causada por neurotoxinas producidas por esporas de clostridium botulinum, que llevan a una
pérdida del tono muscular que se propaga por todo el cuerpo.
Sus
síntomas suelen manifestarse entre 12 a 36 horas después de la ingesta de la toxina. Estos son:
- Estreñimiento y llanto débil.
- Pérdida de la expresión facial.
- Párpados caídos.
- Debilidad en la succión.
- Dificultad en la alimentación.
“Luego, esto deriva en flaccidez generalizada progresiva con pérdida del control cefálico, parálisis de tronco, brazos y piernas, debilidad en la musculatura respiratoria, pudiendo finalmente llegar incluso a la depresión respiratoria y muerte del niño”, señala.
El diagnóstico se realiza con el antecedente de ingesta de alimentos de riesgo, el examen físico y aislando las toxinas en las heces del niño.
Tratamiento
La pediatra indica que su manejo suele requerir
hospitalización para tratamiento de soporte según las necesidades del paciente (ventilación mecánica, alimentación por sonda o por vía endovenosa). En casos especiales, la administración precoz de
inmunoglobulina botulínica endovenosa (antitoxina) puede evitar complicaciones mortales, al bloquear la actividad de la neurotoxina.
“Esta patología es una
emergencia médica que requiere atención oportuna y precoz, ya que
con el manejo adecuado la mayoría de los pacientes se recupera completamente. Sin este tratamiento, pueden evolucionar con debilidad de tronco, insuficiencia respiratoria y muerte.
Su mortalidad es de aproximadamente 5 a 10 % de los pacientes”, concluye.