Entre un 25% y un 40% de la población en países industrializados teme subirse a un avión.
La
fobia a volar, aviofobia o aerofobia es un temor que ha crecido con el aumento de personas con posibilidades de subirse a un avión.
De acuerdo a los manuales psiquiátricos, alrededor de un
25% de la población en países industrializados (40% señalan otras estadísticas) manifiesta
miedo a volar en algún grado, desde sentir la “guata” apretada o sudar un poco más de lo normal durante el despegue y aterrizaje, hasta el extremo de una
ansiedad tan intensa que aparecen palpitaciones, boca seca, temblores y pensamientos catastróficos que pueden terminar en
ataques de pánico.
Según el doctor
Rodrigo Erazo, psiquiatra experto en fobias de Clínica Las Condes, el temor a las alturas o al encierro influyen en el miedo a volar, pero en la mayoría de los casos es un
miedo primario, es decir, que no se gatilla por un evento traumático. “La persona nunca se había subido a un avión, pero se sube y se muere de miedo de que se caiga”, dice.
En la mente de quien tiene miedo a volar, todo puede ser un indicador de que ‘algo está mal’. “Una vez que el pensamiento perturbador está en la cabeza, lo más probable es que su ansiedad sólo vaya a escalar”, explica el doctor Erazo.
Controlar el miedo a volar
Si eres de esos pasajeros que se paran gritando “¡vamos a morir!”, hay
alternativas para controlar el miedo.
Existen simuladores de vuelo, terapias psicológicas, talleres educativos, meditación y relajación. También libros, aplicaciones móviles y páginas web.
Es clave que aprendas todo lo que puedas sobre volar y cómo funcionan los aviones. Una
técnica que sirve es entrenar tu cerebro,
fingiendo normalidad, calma y racionalidad, y equiparte de lo necesario para leer, escuchar música, comer o tener compañía durante el vuelo. Y no te vayas atrasado.
“El
entrenamiento y la educación son claves. Sí, sirve explicarles, y que sepan cómo funciona el avión, las probabilidades de que suceda algo y ese tipo de información”, explica el especialista. En los casos más serios una
terapia combinada –con psicoterapia y fármacos– puede ser de gran ayuda. “En particular la terapia cognitivo conductual da muy buenos resultados”, afirma.