Un abrazo vale más que un millón de palabras. Te contamos la importancia que tiene en la salud de las personas practicar este gesto de afecto.
Preocupado por las pocas muestras de afecto en público, un 21 de enero de 1986, en el pueblo de Clio, Michigan, Kevin Zaborney instauró el Día Internacional del Abrazo, como una excusa para hacer algo que a todos nos gusta, pero que no nos atrevemos tanto:
dar y recibir abrazos.
El
doctor Juan Fernando Meneses, psiquiatra de Clínica Las Condes, explica que la pandemia ha traído muchas repercusiones sicológicas: han aumentado los síntomas depresivos, cuadros de ansiedad y los trastornos por stress postraumáticos en casos máss severos. Muchos de ellos se relacionan con la amenaza de contagio y enfermedad, pero también por la pérdida de trabajo y muy claramente el distanciamiento social.
“Ya no puedo llegar y saludar de mano, muchas veces uno no sabe si va a saludar con el codo, con el puño, o de qué manera, entonces efectivamente el contacto físico está interferido por el temor. Ha perdido naturalidad y sabemos que este contacto físico es muy importante”, señala el especialista.
Cuando las personas están pasando un mal momento, el efecto de un abrazo o un beso supera a otros contactos, pues se libera una hormona llamada,
Oxitocina, conocida también como
“la Hormona del Amor”. Se libera desde las primeras conductas de apego, como por ejemplo, en la relación de la mamá con su guagua. Por eso, cada nuevo abrazo nos evoca en la memoria afectiva la primera instancia de intención con un “otro significativo", y produce sensaciones y emociones únicas.
BENEFICIOS DE LOS ABRAZOS:
En diferentes formas y expresiones, ya sean por relaciones de familia, amistad o pareja, los abrazos aportan muchos beneficios para la salud tanto física como psicológica:
Aportan seguridad: El ser humano es muy frágil por naturaleza, sobre todo cuando somos bebés, así que una buena dosis de abrazos nos ayuda a sentirnos seguros y confiados.
Provoca placer: Cada vez que abrazamos a alguien o nos abrazan nuestro cerebro segrega sustancias que reducen el estrés y proporcionan calma, tranquilidad y sosiego.
Disminuye la presión arterial: Se ha observado que las personas que no tienen mucho contacto físico poseen una frecuencia cardíaca y una presión arterial mucho más alta que quienes reciben abrazos frecuentes.
Cubre nuestras necesidades afectivas: Las personas que no muestran afecto sufren de algo que en psicología se conoce como “hambre de piel” que no es más que la necesidad de contacto humano.
Permiten funcionar de mejor manera: Cada abrazo nos ayuda a centrarnos y mantenernos felices y funcionales cada día.
La mejor cura contra la timidez: Permite a las personas tímidas entrar en confianza, ser más abiertos, espontáneos y seguros de sí mismos.