¿Qué hacer cuando nos quedamos sin trabajo? Para ello, el apoyo de la familia y el entorno resultan fundamentales en este difícil proceso.
“Cuando me dieron la noticia no lo podía creer. Incluso llegué a pensar que podía tratarse de una mala broma. ¿Por qué a mí?, me preguntaba”. Una realidad que más de alguno hemos enfrentado y que sin duda impacta e invita a reflexionar respecto a cómo se puede -y se debe- enfrentar un proceso como el del
despido laboral.
“El ser humano se mueve en dos grandes ámbitos:
el hacer y el amar. La alteración de cualquiera de ellos afecta directamente al otro y en condiciones de desempleo se puede desestabilizar el equilibrio personal. Es porque el trabajo implica muchos factores, entre ellos, la seguridad, la autorrealización, el disponer de medios económicos y el sentirse valioso como persona. Por ello,
la pérdida del empleo supone una situación estresante que sin duda va a afectar enormemente a la persona que lo vive”, explica el
doctor César Carvajal, psiquiatra de Clínica Las Condes.
De acuerdo a lo que sostiene el especialista, en un comienzo la persona puede intentar racionalizar por qué la despidieron:
mayor o menor edad, nivel de capacitación, cantidad de años en la empresa, etc. Pero independiente de que logre identificar esa causa, de todas formas queda en una situación de
mucha desprotección. “El hecho de estar en un período de crisis puede mitigar en algo ese sentimiento, porque no es algo que le está tocando solamente a él; pero igual se va a sentir en desventaja, más frágil y en la mira de todos”.
¿Y ahora qué?
Si quedar cesante es un acontecimiento difícil de enfrentar y superar,
perder el trabajo es todavía más complicado cuando se trata de un jefe de familia, que se encuentra en plena etapa de criar y educar hijos. “Dependiendo de las características propias, se puede contar o no con las herramientas para compensar bien este impacto y adaptarse. Pero si estamos frente a alguien más vulnerable, es probable que esto provoque la aparición de síntomas específicos, como alteraciones del sueño, del ánimo y/o del apetito, o de un cuadro depresivo propiamente tal”, advierte el doctor Carvajal.
Según el psiquiatra, en el caso de los hombres, en una primera instancia tratan de mantener sus rutinas, saliendo de la casa relativamente a la misma hora, recurriendo a todos sus contactos y pensando dónde pueden ir a dejar su currículo. “Sin embargo, en la medida que el tiempo transcurre y no aparecen posibilidades reales de trabajo, empiezan a pasar más tiempo en la casa y van cambiando los roles. Dejan de ser el papá proveedor y pasan a ser uno más en la casa, donde muchas veces hasta el sentido de autoridad se pierde. Comienzan a notar cosas que antes nunca habían advertido –si algo está sucio o no está funcionando, por ejemplo–; van al supermercado y tratan de reducir los gastos; están más pendientes de la duración de las duchas y el uso de la calefacción; hacen los turnos del colegio, etc. En esos momentos, este papá-dueño-de-casa puede comenzar a interferir con su señora e
iniciar con ella una disputa de roles”, agrega el doctor Carvajal.
¿Cómo se puede evitar caer en ese tipo de enfrentamientos? A juicio del especialista, en esto influye mucho la situación matrimonial y familiar previa. “Algunos hombres aceptan bien que su mujer sea quien aporte gran parte o la totalidad del presupuesto familiar durante ese período de tiempo, pero a otros les cuesta mucho perder ese rol de proveedor. A medida que pasan las semanas pueden aparecer síntomas como
angustia, irritabilidad, mal humor, disminución del apetito sexual, fragilidad emotiva y pérdida del entusiasmo. Si estos síntomas se perpetúan en el tiempo pueden llegar a configurar un cuadro depresivo, sobre todo en personas con antecedentes personales o familiares”, destaca.
En ese sentido, el profesional sostiene que frente a una situación de desempleo
es normal sufrir cierto grado de angustia, “pero una angustia que movilice al sujeto, que lo estimule a acciones concretas, específicas y útiles. Por el contrario, cuando la persona se bloquea y se aísla, puede ser signo de que algo no está bien y es importante evaluar cómo va evolucionando y, eventualmente, analizar si necesita apoyo terapéutico”.
Para tener en cuenta:
Cuando un jefe de hogar se queda sin empleo, toda la estructura familiar se afecta. Pero es importante tener en cuenta que la familia –cónyuge, hijos, hermanos, padres– es el principal apoyo y respaldo para que esa persona esté en condiciones que le permitan salir a buscar trabajo nuevamente. En se sentido, es importante que la familia esté unida, que el papá/marido reciba un trato digno y que no se sienta culpable por la situación que está pasando.
Algunas recomendaciones
- Establecer un plan de acción para utilizar de la mejor manera posible el tiempo disponible.
- Escribir una lista de contactos y proponerse visitar a cierto grupo por día. El ideal es que esta lista sea lo más extensa posible.
- Ser realista y no generarse expectativas desproporcionadas. Ejemplo: no basta con tener un amigo que ocupe un cargo importante para pensar en un nuevo trabajo seguro.
- Abrirse a la posibilidad de incursionar en nuevas áreas laborales, distintas a las ya conocidas.
- Si se dan las condiciones económicas y emocionales, buscar alguna forma de capacitación que permita perfeccionar el currículo.
- Tener en cuenta que los periodos de crisis son acotados en el tiempo y en algún momento van a terminar.