Dientes, encías y mucosas reciben el impacto de los miles de compuestos tóxicos que tiene el cigarrillo.
El
humo del tabaco está compuesto por alrededor de 4.000 compuestos tóxicos, algunos carcinógenos y otros co-carcinogénicos, es decir, que junto a otros compuestos diferentes al tabaco se comportan como carcinógenos porque tienen efectos mutagénicos. Estos productos junto al
CO2, afectan dientes, encías y mucosas (bucal y lingual).
Así lo explica el doctor
Carlos Godoy, odontólogo de Clínica Las Condes, quien agrega que en los dientes, el cigarro contribuye a acumular
sarro (cálculo dental), produce pigmentaciones, tinciones, manchas y caries, especialmente alrededor del cuello del diente, las más difíciles de tratar.
“A nivel de mucosas y encías, aumenta la probabilidad de
inflamaciones e infecciones por la vasoconstricción de vasos sanguíneos que disminuye la irrigación o aporte sanguíneo de los tejidos, conllevando a la baja de defensas y mecanismos inmunes al bajar la tensión de oxígeno, indispensable para la nutrición tisular”, dice el especialista.
Debido a ello, la placa bacteriana aumenta su capacidad destructiva, comparado con los que no fuman, agravando la enfermedad periodontal y la reabsorción ósea, que con el tiempo se traduce en la pérdida de soporte de los dientes, que se sueltan e incluso se puede perder.
Estudios ya han demostrado que el tabaco como variable independiente produce
destrucción ósea por sí solo, independiente de la placa bacteriana. “Una
mala higiene bucal, más el tabaco, aumenta considerablemente la destrucción tisular que en pacientes con enfermedad periodontal sola. Lamentablemente por la vasoconstricción producida, el paciente no sangra frente a la infección gingival y no consulta al dentista enmascarando aún más la enfermedad”, indica el odontólogo.
El calor del humo del cigarrillo, por otro lado, aumenta la actividad melánica de las encías y mucosas, afectando la coloración y pigmentación, ya que produce más melanina, dando un aspecto más oscuro que se puede confundir con nevos, lunares y manchas, no muy comunes en la cavidad bucal.