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Cáncer de próstata: ¡No llegues tarde!

30 de mayo, 2013 CLC Blog
El llamado es que a los 40 años todos los hombres tengan una primera evaluación de riesgo, considerando las características personales y antecedentes familiares. No esperes más.

 

Se trata del cáncer más frecuente en hombres y, pese a ello, no todos están conscientes del peligro que reviste ni de que su detección temprana depende en gran medida de asumir una rutina anual de cuidado, que incluya un rápido y simple chequeo prostático. “Pese a que se ha realizado una infinidad de estudios al respecto, hasta ahora no existe forma de prevenir el cáncer de próstata. Lo único que sirve es el diagnóstico precoz, ya que cuando está en etapas iniciales, confinado al órgano, es posible ofrecer alternativas de solución. No así cuando está en etapas más avanzadas, con metástasis, por ejemplo”, advierte el doctor Christian Ramos, urólogo de Clínica Las Condes.

Por eso, el llamado es que a los 40 años todos tengan una evaluación basal de riesgo, considerando las características personales y antecedentes familiares.

“Todos los hombres deberían tener a esa edad una primera aproximación y, en caso que esté todo bien, volver a examinarse a los 45. A partir de los 50 el screening debe seguir efectuándose en forma anual. Eso, en el caso de que no existan antecedentes familiares de cáncer a la próstata (padre, hermano), porque ahí el screening anual debe comenzar a los 45 años”.

Y si bien el cáncer de próstata es una enfermedad que en etapas iniciales no da síntomas, conviene saber que frente a determinadas molestias se debe consultar cuanto antes, ya que si bien podría tratarse de hiperplasia prostática benigna (crecimiento normal de la próstata), también podría ser el inicio de un carcinoma. ¿Cuáles son los signos de alerta? Necesidad de pujar o hacer fuerza para orinar; latencia o demora en la salida de orina, estando en disposición para orinar; chorro de orina débil; goteo de orina después de terminar de orinar; necesidad de ir más al baño, sobre todo en la noche; urgencia miccional, dificultad para aguantarse o escape de orina; orina con sangre, turbia o de mal olor.

Diagnóstico: APE y tacto rectal

Dos son las herramientas que existen para un adecuado diagnóstico de cáncer prostático: el antígeno prostático específico (APE) y el tacto rectal. Ambos deben hacerse en conjunto, porque son complementarios. No sirve uno sin el otro.

El APE, explica el doctor Ramos, es un examen de sangre que permite detectar la presencia de una enzima (antígeno prostático) que en casos de cáncer se encuentra elevada. La evaluación debe considerar factores como la edad (tiende a ir aumentando con los años), volumen prostático, velocidad de ascenso respecto de chequeos anteriores y otros factores que la puedan elevar como son la prostatitis, una inflamación de la próstata causada por una infección, muy común en hombres jóvenes.

EL TACTO RECTAL o palpación digital, en tanto, permite advertir la presencia de nódulos o induraciones en la próstata, que pudieran indicar la existencia de un cáncer (a veces, incluso, con valores de antígeno normales). Además, aporta información del volumen prostático y la existencia de hiperplasia prostática benigna, una condición también bastante frecuente pasado los 50 años. “La próstata normalmente tiene una consistencia blanda, uniforme y elástica. Cualquier cambio es señal de alarma”, advierte el urólogo. Lo mismo ocurre si hay irregularidades, asimetría, aumento de la consistencia o durezas.

¿Y si hay cáncer?

Luego de efectuados tanto el examen de APE como el de tacto rectal, y ante la sospecha de cáncer, debe realizarse una biopsia de la próstata. Se trata de un procedimiento ambulatorio, que en la mayor parte de los casos se realiza con anestesia local, y que permite obtener muestras de tejido para ser analizadas microscópicamente y así confirmar o descartar la existencia de un cáncer. De no demostrarse un tumor, el paciente debe continuar con sus controles de acuerdo a su condición individual.

Factores de riesgo

EDAD: en la mayor parte de los casos se diagnostica en hombres sobre 65 años. Sin embargo, alrededor de 7% puede ocurrir en menores de 60 años.

HERENCIA: con antecedentes de padre o hermanos que hayan padecido este cáncer tienen al menos 5 veces más probabilidades de contraerlo.

DIETA: algunos estudios lo relacionan con una alimentación alta en grasas, lo cual podría explicar la baja incidencia en países asiáticos, como China y Japón (donde la ingesta de grasas es baja).

Más del 80% de los cánceres que se detectan son localizados dentro de la próstata. En ese escenario, las posibilidades de quedar libre de cáncer, después del tratamiento, son más que considerables.

Análisis único en Clínica Las Condes

Durante los últimos años se han desarrollado biomarcadores que buscan mejorar la especificidad y sensibilidad del examen del APE (antígeno prostático específico), así como también entregar información respecto de la agresividad y el riesgo de progresión del cáncer de próstata. De ellos, el más conocido es el PCA3, un indicador que aparece en la orina, que permite evitar biopsias innecesarias.

Clínica Las Condes es la única institución en Latinoamérica que ofrece este análisis, el cual permite hacer una selección más exhaustiva de los pacientes que requieren ser sometidos a biopsia.

No todos son iguales

La evaluación de cada paciente y sus chequeos deben efectuarse caso a caso, considerando tanto los antecedentes personales como familiares.

  • En hombres de 40 años que por primera vez se efectúen un control basal, si se presenta un nivel de APE < a 1 ng/ml, y no tiene antecedentes de familiares de primer grado (padre, hermanos) que hayan tenido cáncer prostático, el siguiente control puede efectuarse a los 45 y, si todo sigue bien, saltarse a los 50.
  • Por el contrario, si a los 40 años el APE está alto (> 1 ng/ml) y existen antecedentes familiares de cáncer a la próstata, el screening debe seguir haciéndose en forma anual.
  • En pacientes que tienen APE normales, pero existen antecedentes familiares, el screening anual debe comenzar a los 45 años; es decir, se adelanta 5 años respecto del inicio de la población general.
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