A los 30 años le diagnosticaron un cáncer de mama agresivo. Si bien se curó de esta enfermedad, presentó un linfedema secundario a la cirugía oncológica. Su brazo derecho se hinchaba a tal punto que no le permitía realizar actividades cotidianas como teclear en el computador y a veces el dolor era tan agudo como el de una tendinitis. Conoce más acerca del tratamiento que cambió su vida.
El 2014, Pía Llanos se quería realizar una
reducción de mama. Cuando le pidieron que se tomara la
mamografía de rutina antes de la cirugía, el radiólogo le detectó una alteración. Le indicaron una
biopsia, el resultado
: a sus 30 años tenía
cáncer de mama agresivo, estadio III.
Como
tratamiento del cáncer de mama, en una primera instancia, le realizaron una
mastectomía total de la mama derecha y le
extirparon la mayoría de los ganglios de la axila para evitar que las células cancerígenas se diseminaran a otras partes del cuerpo. Además, debido a que es una mujer joven, los médicos decidieron que lo mejor era realizar una terapia agresiva, con quimioterapia de seis meses y un mes de radioterapia, todos los días.
“Ahí fue cuando empezó el problema. Dado que tenía pocos ganglios, es probable que la radiación haya terminado de colapsar a los que quedaban. Después de un par de semanas de terapia, mi brazo se comenzó a hinchar y ahí me explicaron que tenía
linfedema”, señala Pía.
¿Qué es el linfedema?
El sistema linfático es parte del sistema inmune y es el encargado, entre otras cosas, de llevar líquido desde los tejidos hacia el sistema circulatorio. Por distintas razones, este mecanismo de transportes falla y el líquido se comienza a acumular principalmente en las extremidades, provocando una hinchazón o edema que se conoce como linfedema. Los síntomas principales son: Hinchazón Sensación de pesadez Adormecimiento de las extremidades.
Luego que se recuperara del cáncer, Pía tuvo un
linfedema secundario al tratamiento quirúrgico, en el cual le removieron los ganglios de la axila derecha. Los especialistas le explicaron que esto ocurría en una de cada 4 pacientes que se realizan una
disección axilar y que los riesgos aumentan con la
radioterapia.
“Casi todos los doctores me dijeron que era irreversible, que no había tratamiento en Chile, solo contención. Así que me resigné a que mi brazo derecho estuviera siempre hinchado y a vivir con la incomodidad”, señala.
Esta enfermedad además de incómoda también
puede ser invalidante. “Hay días en que la mano está hinchada, tanto así que no tenía nudillos y, aparte de lo estético, con la mano así cuesta más hacer todo: escribir, teclear, cualquier actividad de motricidad más fina molesta. Cuando la hinchazón es mucha, duele bastante. El brazo se pone tan duro que empieza a comprimir los nervios y terminas con un dolor similar a la tendinitis.
Si caminas un rato o si duermes de lado se te hincha el brazo. Me advirtieron que no durmiera para ese lado, pero ¡cómo controlo para dónde me doy vuelta en la noche!”, cuenta.
Además, pueden ocurrir infecciones a repetición, celulitis, lo cual deteriora aún más la función linfática. En este sentido, Pía señala que “te dicen que no puedes hacerte heridas en el brazo, no te pueden picar bichos. Al final para salir a cualquier parte tenía que llevar un arsenal de repelentes, antibióticos, dermabióticos, corticoides, todo por si algo le pasaba a mi brazo. Más de alguna vez me picó un zancudo y se me infectó”.
Tres años después del diagnóstico del linfedema, una amiga de Pía que es médico leyó un artículo en el cual el
Doctor Nicolás Pereira, cirujano plástico y reconstructivo de Clínica Las Condes, contaba acerca de
la supermicrocirugía para recuperar la función linfática.
"En el minuto que me dijeron que existía una solución no lo pensé dos veces"
— Pía Llanos
El cirujano le explicó a la paciente de qué se trataba este
tratamiento para el linfedema, manejando sus expectativas, pues ya tenía un linfedema avanzado de 4 años. Solo se demoró 5 minutos en tomar la decisión de operarse.
Preparación para la cirugía de linfedema
Previo a la cirugía, lo ideal es que las pacientes se preparen de manera que su extremidad se encuentre en las mejores condiciones. “Esto consiste en el uso de su manga compresiva asociado a terapia descongestiva realizada por un kinesiólogo entrenado en la materia. Así, el día de la cirugía la extremidad se encuentre con poco edema -acumulación de líquido- y el procedimiento es más expedito”, señala.
Además, se les pide a las pacientes un examen denominado
linfo-resonancia magnética, para determinar si los vasos linfáticos están en óptimas condiciones para la cirugía.
Luego de evaluar el sistema linfático de Pía y planificar su intervención, llegó el día de la supermicrocirugía.
Supermicrocirugía como tratamiento del linfedema
A Pía se le realizaron
anastomosis linfático-venosas, mediante
supermicrocirugía, la cual está indicada en
pacientes con linfedema en los cuales aún existen vasos linfáticos funcionales que puedan drenar el líquido que se acumula.
Esta operación tiene varias ventajas. Se trata de una técnica de alta sofisticación, en la que se utiliza material ultra-fino y microscopio. “En esta cirugía se unen los canales linfáticos con las venas (anastomosis linfático-venosa) de manera de conseguir recuperar el drenaje linfático y evitar que se acumule líquido en las extremidades”, explica el Doctor Pereira.
La cirugía fue expedita y según lo planificado por el especialista. Se realizaron cinco anastomosis linfático venosas. El experto en supermicrocirugía explica que este tipo de procedimiento es muy complejo, en cuanto a la planificación y en lo técnico, sin embargo, asegura, que se trata de una intervención muy poco invasiva y que en el caso de Pía transcurrió sin ningún tipo de complicaciones.
Recuperación
Pía cuenta que
la recuperación de la supermicrocirugía para disminuir el linfedema fue impecable. “La cirugía es super poco invasiva, nunca me molestaron las cicatrices, nunca me dolió el brazo, ni la mano. Fue muy tranquila la recuperación”, señala.
Cambios a tres meses de la supermicrocirugía
Resultados de la cirugía
Es habitual que los resultados se evalúen entre 2 a 3 meses después de la cirugía. Pese a esto, Pía notó los cambios de inmediato. Asegura que está muy feliz y, aunque su brazo no volvió a la normalidad, refiere que el cambio se nota a simple vista y que desde que se operó que no ha tenido molestias.
“Si bien puede amanecer un poco hinchado, con el transcurso del día se va regularizando. Yo noto el cambio en la mano, los nudillos, la muñeca.
La ropa me queda más holgada de ese brazo e incluso me he podido volver a poner anillos, cosa que no hacía desde el 2014”, indica.
Recomiendo 100% la cirugía, porque ha mejorado mucho mi calidad de vida, desde la comodidad hasta lo estético.
— Pía Llanos
Eso sí, señala que, si la hubiese podido hacer antes, lo hubiera hecho apenas le diagnosticaron el linfedema, así quizás lo podrían haber detenido a tiempo.
En este sentido, el Dr. Pereira indica que lo ideal es realizar la cirugía para disminuir el riesgo del linfedema en el mismo momento de la operación oncológica. En este caso, la paciente se lo realizó 4 años después del tratamiento del cáncer. Sin embargo, Pía pudo conseguir resultados muy satisfactorios.
Equipo médico Clínica Las Condes
“Nicolás tuvo la paciencia de explicarme bien todo el procedimiento y responder todas mis dudas. También fue súper directo en las expectativas de la cirugía, aunque fuera un cuarto de lo que yo tenía, para mí era un éxito impagable, lo cual me dejó muy tranquila desde un comienzo.
Las enfermeras y asistentes se portaron un 7. Evelyn estuvo siempre disponible para ayudarme con las horas, dudas, recetas, lo que fuera necesario.
Creo que no tengo absolutamente nada malo que decir de todo el proceso. El equipo fue increíble”, asegura Pía.