Para algunas mujeres, lo que debiera ser el momento más feliz en su vida, puede ponerse cuesta arriba. Por eso, detectar una depresión a tiempo es fundamental para salir adelante.
“Nunca en mi vida habría imaginado lo difícil que me iba a resultar el nacimiento de mi primera hija. Yo era la segunda de siete hermanos, así que estaba súper acostumbrada al mundo de los niños. De chica me había tocado ayudar a los menores que yo. Pero cuando nació Emilia fue distinto”, explica Emilia.
“Yo soñaba con quedar embarazada y ser mamá, y afortunadamente no me costó mucho. Pero cuando ya había nacido me sentía incapaz… como que me había quedado grande la pega. Todo me agotaba, ni siquiera tenía ganas de abrir las cortinas de mi pieza. Miraba a mi guagua y si ella lloraba, yo lloraba más fuerte. Lo peor es que tampoco me daban ganas de acurrucarla… sólo la miraba y gritábamos juntas. Ahí empecé a tener problemas con la leche y más inútil me sentía. En el fondo, estaba como en un círculo vicioso y no podía imaginarme un futuro feliz, pensaba que me quedaría eternamente pegada en mi pena”, agrega.
Afortunadamente, esta conmovedora historia tuvo un final feliz, porque gracias a un diagnóstico oportuno, estaba madre pudo ser tratada a tiempo de depresión posparto: un mal que se estima, afecta a una de cada 10 mujeres.
Pre y posparto
Pero ¿cómo un momento que se supone debiera ser una instancia de realización personal para la mujer, puede llevar a esto? De acuerdo a lo que explica el doctor Enrique Jadresic, psiquiatra de Clínica Las Condes, lo primero que hay que saber es que la depresión puede producirse tanto durante el embarazo (preparto), como después de ocurrido éste (posparto), o ambos a la vez.
“Hasta mediados de la década de los 80 se pensaba que la gestación iba asociada a un estado de bienestar emocional y ausencia de patología mental. Sin embargo, una psiquiatra inglesa cuestionó el mito prevaleciente hasta esa época, apareciendo en los años posteriores distintos estudios que avalaban su teoría: Las embarazadas también podrían deprimirse”, explica el especialista.
Según el profesional, por depresión se entiende un estado disminuido del ánimo, incapacidad de disfrutar con las cosas que antes hacían disfrutar y pérdida de motivación e interés, unido a sentimientos de insuficiencia, minusvalía, culpa, desesperanza, menor tendencia a sociabilizar, retraimiento, incomunicación, alteraciones del sueño y del apetito.
¿“Medio depre” o depresión?
Sin embargo, es importante tener en cuenta que algunas molestias propias de la gravidez y el puerperio (posparto) pueden coincidir con los síntomas depresivos y llevar a una confusión. “En el caso puntual de las pacientes que padecen ciertas patologías médica como anemia, diabetes gestacional o disfunción tiroidea, a menudo se asocian síntomas de este tipo. Por ello, al hacer el diagnóstico es fundamental basarse en los signos psíquicos más que en los físicos, entre ellos la anhedonia (incapacidad de disfrutar), sentimientos de culpa, desesperanza, entre otros”, subraya.
¿Y qué pasa con los denominados ‘blues’ del posrparto? “Esto ocurre en el 66% de las mujeres luego del parto, asociado al retorno de las hormonas a sus niveles normales, usualmente después de 48 a 72 horas. Los síntomas pueden ser similares a los anteriores (labilidad emocional, ansiedad, tendencia al llanto) pero de intensidad menor y desaparecen solos, sin necesidad de tratamiento. De todas formas, si las pacientes llegan a consultar, siempre es útil explicarles que lo que les sucede es normal”, agrega el doctor Jadresic.
En el otro extremo, están las psicosis posparto, que afectan a una de cada 500 mujeres que dan a luz y que en la mayor parte de los casos requiere hospitalización para su adecuado manejo.
Más propensas
No existe una única causa que explique el origen de la depresión pre y posparto, ya que en ambos casos influyen tanto factores hormonales como psicosociales y genéticos. “En el ámbito psicosicial, por ejemplo, puede tratarse de mujeres solas, sin apoyo de sus parejas –adolescentes en algunos casos-, cuyos maridos trabajan lejos y/o que carecen del apoyo de familiares y amigasestán acostumbradas a controlar todas las variables de su vida y que cuando se embarazan, se desconciertan porque enfrentan por primera vez una situación que no manejan”, destaca el psiquiatra.
En una más, en otras menos, la influencia de los medios de comunicación también puede resultar contraproducente. “Siempre se muestra todo muy idealizado, como que fuera fácil y simple, cuando no siempre es así. Esto resulta especialmente desconcertante en las primíparas, que no siempre han logrado dimensionar a priori la falta de horas de sueño en el cuerpo, el sentirse más cansadas y algo sobrepasadas. Es entonces cuando se produce un contraste entre las expectativas y la realidad, y se sienten derrotadas, como que hubieran fracasado”, advierte.
Tratar a tiempo
Para un diagnóstico preciso, los psiquiatras no sólo consideran los signos clínicos y el historial de la paciente, sino también es frecuente que recurran a una escala de preguntas cuyos puntajes pueden referir el mayor o menor riesgo que presenta la embarazada o la mujer que ya ha tenido su parto.
En el embarazo “existen numerosos riesgos asociados a una depresión materna no tratada durante la gestación, entre ellos, el abandono de los controles prenatales, el deterioro del autocuidado, la mala adherencia a indicaciones médicas y el abuso del tabaco, alcohol y drogas, todo lo cual puede afectar el desenlace obstétrico. Por ello, su detección a tiempo es fundamental y siempre debe tener por delante la minimización de riesgos para el niño en desarrollo. Su tratamiento puede estar basado sólo en psicoterapia y considerar el uso de farmacoterapia en aquellas depresiones moderadas a severas, evitando su uso durante las primeras doce semanas de gestación”, explica el doctor.
En la depresión posparto el contexto de maternidad influye en el surgimiento de ideas de culpa y minusvalía, que en esta situación particular se traducen en sentimientos de incapacidad para asumir el rol de madre y hacerse cargo de las tareas que involucra el cuidado del niño.
“En la actualidad numerosos estudios han encontrado consecuencias negativas en el vínculo madre-hijo y el desarrollo infantil, tanto emocional, como cognitivo y conductual. Para su tratamiento se recomiendan medidas de psicoeducación, como explicar a la madre la naturaleza del trastorno, haciendo siempre hincapié en que se trata de una enfermedad y no de una derrota o un fracaso personal. Eso, en conjunto con otras medidas generales. La posibilidad de psicoterapia y/o farmacoterapia debe ser evaluada caso a caso”, asegura el especialista.
Prestar atención a síntomas como:
- Cansancio e irritabilidad
- Tristeza, desesperanza, desamparo
- Tendencia a llorar más de lo habitual
- Falta de energía y motivación
- Falta o exceso de apetito
- Falta o exceso de sueño
- Problemas de memoria y concentración
- Sentimientos de inutilidad y culpa
- Pérdida de interés por actividades que resultaban placenteras
- Aislamiento de la familia y los amigos
- Dolor de cabeza, dolor en el pecho, palpitaciones o hiperventilación (respiración rápida o poco profunda)