El arsenal terapéutico utilizado en endocrinología es amplio. Los más comunes son:
Levotiroxina
Es un fármaco utilizado en pacientes con deficiencia de hormona tiroidea. Es idéntico a la hormona que es producida naturalmente por la tiroides. Se utiliza en pacientes con hipotiroidismo y también en algunos pacientes con nódulos tiroideos, en los que puede disminuir el tamaño del nódulo. Se puede utilizar en el embarazo y durante la lactancia. En exceso puede provocar taquicardia y otras arritmias. No provoca disminución ni aumento de peso.
Cabergolina y Bromocriptina
Fármacos utilizados para tratar el exceso de prolactina. Especialmente útiles en pacientes con adenomas hipofisiarios llamados prolactinomas. Sus efectos adversos se encuentran en la esfera digestiva.
Calcio y Vitamina D
Fármacos utilizados para mantener niveles apropiados de calcio a nivel óseo, especialmente en pacientes con riesgo de ostopenia u osteoporosis. En este último caso, muchas veces requiere el uso de otro fármaco, llamado bisfosfonatos.
Bisfosfonatos
Fármacos que actúan sobre el hueso, disminuyendo la pérdida de calcio. Mejoran la matriz ósea y disminuyen el riesgo de fractura en pacientes con osteoporosis.
Espironolactona
Fármaco que bloquea la acción de las hormonas masculinas sobre la piel. Se utiliza en mujeres con acné y/o hirsutismo. Se utiliza en conjunto con anovulatorios.
Hormonas femeninas
Estrógenos y progestágenos, que habitualmente están incorporados en los anovulatorios. Se utilizan en endocrinología para el manejo de pacientes con trastornos menstruales o portadoras de hirsutismo, y en algunos casos de hiperprolactinemia, entre otros. Idealmente, su administración debe ser controlada por un equipo multidisciplinario, constituido por endocrinólogo y ginecólogo. También se encuentran en los preparados utilizados en mujeres post menopáusicas, y su función principal es como terapia hormonal de reemplazo.
Testosterona
Utilizado como terapia hormonal de reemplazo en hombres, especialmente en personas mayores de 65 a 70 años y que presentan un déficit de andrógenos, generando síntomas y disminuyendo su calidad de vida. Su administración debe ser en conjunto con un control urológico, principalmente por el riesgo de enfermedad prostática.