Habitualmente, estas crisis de dolor son multifactoriales.
En ellas inciden tanto la alimentación de la madre como el estado de salud emocional en que ésta se encuentre.
Cuando la Elisa estaba recién nacida era una guagua muy tranquila y, aunque no estuviera durmiendo, casi nunca lloraba. Sin embargo, al cabo de un par de semanas se puso muy llorona, sobre todo en las tardes.
Como era mi primera guagua yo me angustiaba mucho, porque no entendía qué le pasaba. Mi pediatra me explicó que sufría de cólicos y de a poco me fui dando cuenta cómo tenía que actuar, tanto para evitar que le dieran como para ayudar a que se le pasaran”, cuenta María Inés, quien confiesa haberlo pasado bastante mal en esa etapa.
Definidos como crisis de dolor transitoria, espasmódica y repetida, los cólicos habitualmente se traducen en llanto, enrojecimiento facial, sudoración y manifestaciones motoras, como el encogimiento del niño. Por lo general comienzan a las tres semanas de vida y empiezan a desaparecer alrededor del tercer mes.
De acuerdo a lo que sostiene el doctor Hernán Villalón, pediatra y neonatólogo de CLC, los cólicos pueden ser de dos tipos: fisiológicos (habituales) o patológicos (que pueden dar cuenta de algún trastorno o enfermedad). “Los cólicos habituales suelen presentarse entre las siete y las diez de la noche coloquialmente denominada ‘la hora de las guaguas’ y son multifactoriales, ya que puede incidir tanto la alimentación de la madre como la situación sicológica de la misma”, asegura.
En términos alimenticios, es aconsejable limitar la ingesta de bebidas estimulantes que tengan cafeína, como las bebidas cola, el té y el café; los alimentos que tienden a cambiarle el sabor a la leche (espárragos, ajo y cebolla); alimentos meteorizantes, como repollo, alcachofa, rábanos y legumbres; el exceso de lácteos, el ideal es no ingerir más de dos porciones al día y, todos aquellos que tengan un alto contenido de condimentos, como los embutidos.
“En todo caso, acá la individualidad es muy importante y lo ideal es ir incorporando de a poco distintos alimentos para ver cómo reacciona el niño”, agrega. En relación a lo anterior, hay que subrayar que los bebés alimentados sólo en base a leche de fórmula tienen más posibilidades de sufrir cólicos que los alimentados con leche materna, porque el grado de tolerancia a la leche de vaca es mucho menor.
Cómo manejarlos
Respecto de la importancia de la salud emocional de la madre, el doctor Villalón explica que se produce un círculo vicioso. “Los niños y sus padres funcionan como un sistema sicosomático cerrado y muchas veces las mujeres llegan a la casa estresadas, lo cual es percibido por la guagua reaccionando en forma de llanto. Ante eso la mamá se angustia y la guagua llora más todavía y mientras llora va también tragando aire, lo cual acentúa aún más el dolor de los cólicos”, advierte. Así, el manejo de los cólicos debe considerar mecanismos que tiendan a tranquilizar tanto a la madre como al bebé.
El Dr. Villalón hace hincapié en el hecho de que los pediatras deben evaluar la situación y determinar con certeza si se trata de algo normal y no patológico. “De esa manera, despejando las dudas, la madre estará en mejores condiciones de calmar a su hijo”, puntualiza. Además, se debe observar la dieta materna y enseñar técnicas que ayuden a eliminar gases como los masajes infantiles.
“En casos extremos el pediatra puede indicar también gotas antiespasmódicas”, agrega.
Cuando preocuparse A diferencia del cólico fi siológico, que tiende a darse en las tardes, el cólico patológico aparece a distintas horas del día y el niño puede ver difi cultada su alimentación e interacción con el medio. “Entre sus causas puede haber refl ujo gastroesofágico con esofagitis, alergia a la proteína de la leche de vaca y el tratamiento dependerá entonces de la patología que los esté originando”, asegura el doctor Hernán Villalón.
Masaje infantil
Vencer un cólico intenso a veces es difícil y requiere de mucha paciencia. Una vía altamente efectiva son los masajes infantiles, a los que se les ha atribuido un rol terapéutico en calmar el llanto y la irritabilidad. Además, alivian el estrés de los padres y de los niños, brindan a ambos el tiempo para el vínculo afectivo y aumentan la sensibilidad de los padres hacia las señales de su hijos. En CLC se imparten talleres de masaje infantil en el Centro de Especialidades Pediátricas y del Adolescente (CEPA), a cargo de la matrona María José Avaria. Reserva de horas en el fono: 2210 46 57
Con la colaboración de la doctora Hernán Villalón Pediatra y neonatología de CLC.