Ante un cuadro de este tipo, la principal medida es prevenir la deshidratación.
Por definición, la diarrea se presenta como un cambio en la frecuencia, características y volumen de las deposiciones (al aumentar su contenido de agua), que en su mayoría se debe a un cuadro infeccioso. Pese a que los niños que reciben lactancia materna están más protegidos, debido al aporte de anticuerpos que la leche contiene, ocasionalmente también pueden verse afectados a través de la ingesta de “agüitas” o el contagio con otros niños enfermos.
¿Cómo reconocer los síntomas?
De acuerdo al doctor Germán Errázuriz, pediatra y gastroenterólogo infantil de CLC, si bien el niño alimentado con leche materna presenta en forma habitual deposiciones líquidas y frecuentes, existen varias diferencias con la deposiciones diarreicas. “Las normales a esta edad son de un color amarillento o anaranjado y no tienen mal olor; las otras, en cambio, son más líquidas, tienen un olor molesto y pueden presentar mucosidades e incluso sangre.
Lo anterior, sumado a que los niños no se sienten bien en su estado general, permite advertir que estamos frente a una diarrea”, explica. Otros signos de alerta pueden ser la disminución o ausencia de orina en una o más mudas, menor salivación, ausencia de lágrimas y palidez, principales indicios de deshidratación. Más severo es la presencia de “pliegue cutáneo”, esto es, cuando la piel parece haber perdido su elasticidad normal debido a la falta de agua.
La Prevención
Según advierte el especialista, las diarreas se ven con más frecuencia cuando termina el periodo de lactancia y/o cuando los niños entran al jardín infantil o la sala cuna. “Aunque no es bueno sobreproteger a los niños, en el sentido de esterilizar a cada rato las mamaderas o los chupetes sólo basta lavarlos bien, tampoco es recomendable exponer a los niños a una sobrecarga de infecciones, como puede ocurrir en los lugares donde hay muchos niños”, agrega.
Por otra parte, el rotavirus también es causa de diarrea infecciosa en niños, para el cual existe una efectiva vacuna que puede administrarse hasta los seis meses de edad. “Mientras más pequeños los niños, más grave es este cuadro debido a la deshidratación que puede producirse, por lo que muchos incluso terminan hospitalizados”.
En términos generales, no es necesario administrar medicamentos, ya que la mayoría de los cuadros de diarrea aguda son virales y autolimitados (duran alrededor de 5 a 7 días). Los antibióticos se utilizan casi exclusivamente en caso de diarrea con mucosidades y/o sangre, luego de un examen de cultivo que permita constatar la presencia de una bacteria causante. “Nunca deben administrarse antiespasmódicos sin indicación médica, ya que la diarrea es un mecanismo de defensa que tiene el organismo para expulsar el germen”.
Lo más importante, entonces, es mantener al niño bien hidratado, para lo cual resultan recomendables las sales rehidratantes que se venden en farmacias y que tienen la proporción justa de sodio y glucosa necesaria para restablecer el equilibrio de electrolitos.
Además, se deben evitar las bebidas y los jugos artifi ciales o naturales ya que ellos sólo contribuyen a aumentar el volumen de la diarrea. Respecto de la alimentación, no es necesario hacer grandes cambios ya que el niño debe seguir recibiendo nutrientes.
Otras causas de Diarrea
Cuando la diarrea se prolonga por más de quince días se habla de diarrea crónica y es posible que existan factores agudos no resueltos o ser en realidad el comienzo de una diarrea crónica, que generalmente obedece a otras causas. Por ejemplo, en los niños que no se observa compromiso nutricional puede haber factores asociados a la dieta, como un exceso de azúcares o intolerancia a la lactosa. En caso de que exista compromiso nutricional deben considerarse causas como alergias alimentarias o enfermedad celiaca.
Para tener en cuenta
La deshidratación es el gran desafío en un cuadro de diarrea aguda. Una hidratación adecuada, es decir, reponer correctamente la pérdida de líquido especialmente con la administración de sales rehidratantes favorece el pronóstico del niño y evita complicaciones.
Con la colaboración de Pediatría CLC German Errazuriz Fernandez