La negación sistemática de asistir a eventos sociales puede indicar que su hijo está pasando por algún problema.
Es viernes. Suena el timbre para salir del colegio y la mayoría de los compañeros de Felipe se van a la casa de otro amigo. Felipe no quiere salir. No lo hace desde hace tiempo y tampoco quiere convidar por temor a que no acepten su invitación.
¿Por qué algunos niños como Felipe tienen grandes dificultades para hacer amigos? Según el doctor Hernán Alvarez, psiquiatra infantil de CLC, entre los menores que frecuentemente presentan este tipo de problemas es posible distinguir dos grupos: aquellos donde se ha establecido un diagnóstico previo y aquellos que sólo presentan habilidades sociales disminuidas (y que en algunos casos podrían estar subdiagnosticados). “Existen determinados trastornos del desarrollo que pueden permanecer sin diagnóstico hasta la edad escolar y quienes lo padecen tienen dificultades para decodificar las claves sociales, incidiendo en un mal desempeño relacional; también el síndrome de déficit atencional, los trastornos de ansiedad y afectivos pueden influir en que un niño tenga problemas para interactuar. En esos casos, el manejo de la conducta social debe comenzar por un manejo del diagnóstico establecido”, explica el profesional.
Y si bien es cierto que algunos menores disfrutan teniendo espacios de soledad, cuando hay una negación sistemática es posible que algo no ande bien. “Si frente a cualquier evento social el niño muestra rechazo, marginación y hay una forma de evitación constante, no es un buen indicador; porque por mucho que alguien pueda entretenerse solo, leyendo o usando los recursos de Internet, el hábito social humano es transversal”, agrega.
La capacidad de vinculación comienza a desarrollarse desde el inicio de la vida. Algo en lo que los padres cumplen un rol fundamental. “Si bien en el jardín infantil ya es posible distinguir a niños que tienen actitudes más sociales que otros, en el colegio es cuando se hace más evidente la interacción funcional respecto de la disfuncional, porque los niños deben juntarse a hacer trabajos con sus compañeros o realizar actividades en grupo. En la adolescencia se acentúa todavía más, porque a esa edad es tremendamente necesario el sentido de pertenencia grupal”, subraya el psiquiatra.
Cómo ayudarlos
Incentivar el contacto social debe partir por respetar los tiempos del niño. Lo importante es no ejercer una presión indebida en términos de generar excesiva ansiedad. No es infrecuente, agrega el doctor Alvarez, que los padres preocupados por el desempeño social “obliguen” a sus hijos a asistir a todo tipo de clases -fútbol, tenis, karate, etc.- para que hagan amigos y suelan estar constantemente pendientes de cómo se desenvuelven en el colegio. “Esa actitud hipervigilante es asimilada como un sentimiento de incompetencia por parte del niño, lo cual puede tener repercusiones negativas en términos de su autoimagen”.
Una de las principales recomendaciones: que los padres aprendan a reconocer las habilidades de los niños para potenciarlas. “Es un círculo virtuoso: en la medida en que yo me sienta bueno para algo, se produce todo un arrastre positivo en los diferentes aspectos de mi persona, por lo que puedo vincularme bien con el resto”.
Recomendación para los padres
- Fomente actividades sociales, como inscribirlos en alguna academia o deporte que sea del interés de su hijo.
- Promueva que invite amigos a su casa, pero no le “seleccione” a quién puede convidar (salvo que sea estrictamente necesario).
- Demuestre una actitud social compatible: si su hijo ve que usted lo pasa bien con sus amigos, para él esto será un tema importante.
- Si sospecha que su hijo tiene algún problema, hable con él y consulte en forma oportuna.
Con la colaboración de Psiquiatría Infantil de CLC. Hernán Alvarez.