Limpiar el cordón umbilical es una de las cosas que pone más nerviosas a las madres primerizas. ¿Les duele? ¿Cómo se limpia? Aquí, todas las respuestas.
Mientras el niño está en el vientre materno, su vida y bienestar dependen de la placenta y del cordón umbilical, conducto a través del cual se oxigena, recibe todos los nutrientes y además, conduce hacia la eliminación los desechos de la guagua. En resumen, como explica el doctor Hernán Villalón, pediatra de Clínica Las Condes, es la vía que permite que el niño se comunique con la madre y el exterior. Sin embargo, su utilidad postnatal es nula por lo que generalmente entre 10 y 20 días después de nacido, el organismo del niño lo elimina. Mientras tanto, requiere de ciertos cuidados.
¿Lo estoy limpiando bien?
Inicialmente, entre los dos o tres primeros días de nacido,
el cordón umbilical es una estructura húmeda la que debe limpiarse con un algodón con alcohol en cada muda. Luego, el segmento más exterior del cordón se va a momificar y secar. Entonces, lo importante es limpiar bien su base, donde se acumulan secreciones, la que
hay que higienizar con un algodón o cotonito con alcohol, cuidando de eliminar todos los residuos para evitar la colonización bacteriana. Para ello, hay que levantar un poco el ombligo –sin susto– y sacar todas las secreciones de aspecto amarillento. Esto hay que hacerlo en cada muda y cuidando de que el muñón quede por fuera del borde del pañal.
En este proceso de desprendimiento, se suele producir la liberación de la sangre seca que quedó atrapada al interior del cordón. Ya que como se rompe toda la estructura de la base y se abre esta “cañería”, comienzan a fluir estos glóbulos rojos que en contacto con la humedad de la zona, se transforman en una especie de sangre reconstituida que, incluso, puede manchar el pilucho. Pero, como asegura el pediatra,
el ombligo no sangra.
Cuándo debe caerse
Como ya dijimos,
el ombligo se cae entre 10 y 20 días después de nacido, lo que según el pediatra es un rango muy variable, por lo que no hay que preocuparse si sucede antes o después. Eso sí, comenta, existe una condición patológica del sistema inmune fundamentalmente asociada a los glóbulos blancos muy infrecuente, que como síntoma puede presentar la caída tardía del ombligo. Pero, insiste, es muy poco frecuente.
Con respecto al baño, los médicos en nuestro país recomiendan no bañar al niño hasta tres días después que el muñón se caiga. Sin embargo, el doctor Villalón asegura que esto es discutible y que se debe más bien a un tema de idiosincrasia. “En países como México y Brasil, a los niños los bañan desde que nacen y no les pasa absolutamente nada”.
Finalmente, es importante destacar que
por lo general la cicatriz umbilical es oscura en la mayoría de los niños, por lo que no pretenda limpiarlo hasta que quede completamente claro. Esto podría causarle una herida al menor y una posterior infección.
Cuándo preocuparse
Por el hecho de tener una base húmeda y no estar cubierto por piel, el ombligo es una potencial puerta de entrada para infecciones. Y estas se pueden presentar de tres formas diferentes:
- Localizada: se manifiesta por una secreción de muy mal olor y habitualmente se maneja con aseo frecuente y algún ungüento antibiótico.
- Compromiso de estructuras vecinas: como la piel de la zona abdominal, que puede presentar un rodete rojo alrededor del ombligo.
- Síntomas generales: como fiebre, decaimiento o compromiso general.
En estos dos últimos casos hay que hospitalizar al niño porque hay que tratarlo con antibióticos intravenosos.
“El cordón umbilical no tiene terminaciones nerviosas libres, es decir, no hay fibras del dolor, por lo que se puede manipular tranquilamente sin temor a hacerle daño al niño. Si lloran, es porque toda la piel circundante tiene receptores de temperatura y los niños sienten frío, lo que les incomoda”.