Esteroides androgénicos anabolizantes
El abuso de esteroides se ha convertido en una práctica frecuente en algunos deportistas de alto rendimiento y fisicoculturistas. Pero ¿qué consecuencias trae su consumo?
Durante los últimos 10 años se ha observado una preocupante prevalencia de abuso de esteroides androgénicos anabolizantes (EAA) en hombres jóvenes y usuarios de gimnasios con el fin de mejorar su aspecto físico.
Muchas veces, este tipo de fármaco es adquirido sin supervisión médica, comprados por internet y al margen de la legalidad. Por eso, la autoadministración guarda implicancias negativas como disfunción sexual y alteraciones reproductivas, metabólicas y psicógenas.
Historia
Desde la década del 40 se inician los primeros estudios y en 1950 se emplea por primera vez con fines deportivos. Consecuencia de esto es que su masificación y abuso llevó al Comité Olímpico a prohibir su uso en 1976.
Los esteroides androgénicos anabolizantes corresponden a andrógenos sintéticos derivados de la testoterona, los cuales tienen indicaciones médicas específicas, sin embargo el mayor uso actual es justamente no clínico, explican los especialistas de Urología de Clínica Las Condes.
En la actualidad, es ampliamente conocido el abuso de estas sustancias por deportistas de alta competición, fisicoculturistas y profesionales de cuerpos de seguridad. Por esta razón, el aumento de su empleo con fines cosméticos ha puesto en alerta a la comunidad andrológica.
Cifras
- Estudio realizado a 46 colegios de Estados Unidos evidenció que un 6,6% de adolescentes había usado o usaba esteroides. De estos, el 67% había iniciado el uso antes de los 16 años.
- En España, la evaluación de un grupo de hombres que entrenan musculación, arrojó una prevalencia estimada del 7,9% a los 18 años y de un 12% a los 27 años.
- Cada vez existen más hombres jóvenes con disfunción eréctil, infertilidad, ginecomastia, alteraciones conductuales y hepáticas, las que han sido directamente proporcional al aumento de la incidencia reportada.
Efectos y riesgos
El uso de andrógenos sintéticos fue impulsado por el manejo de enfermedades como el hipogonadismo, anemia, aplástica, osteoporosis, quemados, sarcopenia, entre otros.
Por eso, existen distintos efectos por el uso no clínico, influyendo sostenidamente en el metabolismo proteico, aumentando el tamaño y la fuerza de la masa muscular magra.
Los efectos hepáticos son temidos, especialmente con aquellos de administración oral. Su uso está asociado a alteración de las pruebas de función hepática, toxicidad que en la gran mayoría de los casos revierte luego del cese de la administración.
También se han estudiado alteraciones psiquiátricas que acompañan o perfilan al usuario de estas sustancias. Por ejemplo, es conocido como vigorexia la alteración donde la autopercepción del estado corporal genera el impulso y la preocupación obsesiva por el físico. Expertos indican que hasta el 23% de los usuarios va a tener una comorbilidad psiquiátrica, fundamentalmente alteraciones del ánimo.
Por otro lado, el consumo de estos esteroides implica una serie de riesgos, esto porque los andrógenos están involucrados en múltiples funciones y forman parte de un estrecho balance en la homeóstasis del equilibrio interno.
También cabe mencionar que existe una prevalencia de presentar ginecomastia, que es la proliferación del componente glandular de la mama masculina. En la mayoría de los casos se puede presentar sin síntomas, sin embargo, cuando el crecimiento es rápido, se generan fenómenos de irritación local, induración y dolor.
Por otro lado, el uso de EAA en altas dosis produce hiponogadismo hipogodanotrópico, un tipo de infertilidad que puede tardar meses en recuperarse. Sumado a ello, estos andrógenos además de influir en la diferenciación sexual, el desarrollo de las características sexuales secundarias, el fenotipo psicológico viril y la libido, cumplen un rol de significativa importancia en la función eréctil.
- Si bien, gran parte de estos efectos son reversibles implican añadir morbilidad, gastos y muchas consecuencias psicológicas por una causa farmacológica prevenible. Por esta razón, su masiva popularidad genera preocupación entre los especialistas e, incluso, en las sociedades deportivas, lo que ha llevado a que muchos países legislen sobre el uso y abuso de estas sustancias.