El deseo frecuente de orinar y dolor en la zona del abdomen bajo y el periné están entre sus síntomas, afectando considerablemente la calidad de vida.
La
prostatitis o inflamación de la próstata se clasifica en dos grupos:
- Aguda: un cuadro infeccioso severo que puede ser mortal.
- Crónica: que puede no estar asociada a una infección, pero que, al presentarse de forma repetitiva en el paciente, termina afectando su calidad de vida.
El cuadro se presenta en hombres de mediana edad (más de 35 años), en general, sexualmente activos. El doctor
Raúl Valdevenito, urólogo de Clínica Las Condes, explica que, a diferencia de la
prostatitis aguda -que es brusca y produce fiebre- la
prostatitis crónica puede no ser febril, puede causar dolor detrás de los testículos y malestar eyaculatorio.
Este tipo de inflamación se divide en tres grupos:
- Bacteriana: en la cual el sedimento está alterado por bacterias.
- Abacteriana: aquí, hay alteraciones inflamatorias, pero no aparecen bacterias en los exámenes.
- Prostatodiana: produce dolores, pero también arroja resultados negativos a bacterias.
“De todas maneras, cabe mencionar que la prostatitis crónica no pone en riesgo la vida, pero impacta la calidad de vida, por eso es necesario realizar un tratamiento adecuado”, sostiene el doctor.
Causas y tratamiento
Sólo se identifica una bacteria en el 10% de los pacientes, por lo que hay que buscar otras causas. “Si uno sospecha de un cuadro infeccioso, aun cuando no lo pueda demostrar, algunos estudios apoyan el uso de antibióticos, que son tratamientos empíricos basados en la historia del paciente. Si no experimenta beneficio hay que ver otras causas”, dice el urólogo.
En esos casos se requiere un
tratamiento integral y multidisciplinario. Además de analgésicos que alivien el dolor, se requiere manejar los síntomas y se trabaja con ansiolíticos y con apoyo emocional. “No requiere sólo de un urólogo, hay otros especialistas en el manejo del dolor que pueden ayudar”, agrega el doctor Valdevenito.
La
prostatitis crónica puede mejorarse, pero los síntomas tienden a reaparecer después de un tiempo. Hay casos en que pueden pasar meses, incluso años sin ellos, pero, de todas maneras, el control con el especialista debe ser constante.