Gabriela tenía cinco meses de embarazo cuando su hija fue diagnosticada de atresia de esófago, una condición en que este conducto no se desarrolla correctamente e impide que los alimentos pasen de la boca al estómago.
Gabriela Belaunde asistió como cada mes al control con su gineco-obstetra en Santa Cruz, Bolivia, cuando le comunicaron que su hija Valentina tenía exceso de líquido amniótico y era difícil ver su estómago, síntomas que de inmediato indicaron que algo no andaba bien. “Sospecharon de una
atresia esofágica y desde esa fecha nos fuimos preparando y averiguando todo sobre el diagnóstico hasta volvernos casi expertos en el tema”, recuerda.
Cuando faltaba apenas un mes para que naciera su hija Valentina, la ginecóloga le sugirió buscar al doctor Jorge Godoy, cirujano infantil de Clínica Las Condes, y como no tenían contactos en Chile, le escribieron un mensaje en Facebook. “Él nos contestó de inmediato y comenzamos a hablar del caso de Valentina. Juntos tomamos la decisión de que el doctor viajara a Bolivia a operarla a los dos días de nacida, pero cuando ya teníamos todo listo para el viaje, después de la cesárea, a mi hija le hicieron un estudio que mostró que la atresia esofágica que padecía era un poco más compleja, por lo que no se podía operar a los dos días, teníamos que esperar”, comenta Gabriela.
¿Por qué se produce la atresia de esófago?
El
doctor Jorge Godoy, cirujano infantil de Clínica Las Condes,explica que la
atresia de esófago se produce cuando el esófago, que debe conectar la boca con el estómago, no se forma correctamente, haciendo que su parte superior e inferior no se unan. "Esto impide que el bebé pueda alimentarse o tragar saliva con normalidad, e incluso puede provocar problemas al respirar si la saliva se va al pulmón”, comenta el especialista.
Valentina nació el 16 de enero en Bolivia y tras practicarle unos exámenes, los médicos notaron que la unión del esófago con el estómago era inexistente, y tampoco tenía una fistula que suele facilitar la corrección quirúrgica de estos casos, por lo que fue necesario esperar que Valentina se desarrollara y creciera un poco más antes de realizar la cirugía que uniría ambos extremos.
“El doctor Godoy nos decía que los niños responden de distintas formas, entonces teníamos que ser pacientes y estar atentos a las necesidades que va manifestando Valentina. Cada tres o cuatro semanas le hacían mediciones para ver si el esófago iba creciendo. Entonces cuando en los primeros días de mayo se vio que casi se tocaban ambos extremos esofágicos, el doctor nos dijo que nos programáramos para venir a Chile”, explica Gabriela.
Toracoscopia para tratar la atresia de esófago
La cirugía de Valentina se realizó a través de Toracoscopia, una técnica que permite acceder al tórax y corregir el esófago a través de pequeñas incisiones, de una forma menos invasiva para el paciente y disminuyendo los riesgos. “Esta es una intervención que se realiza en dos etapas. Lo primero que hicimos fue unir ambos extremos del esófago sin conectarlos completamente, esto permite que el esófago se alargue. Después de cinco días, pasamos a la segunda etapa donde ingresamos nuevamente a quirófano para conectar ambos extremos de forma definitiva”, expresa el cirujano infantil de Clínica Las Condes, lugar que cuenta con la mayor experiencia en este tipo de intervenciones.
Cuando estaban en medio de la primera etapa, el equipo médico se topó con algo que nadie esperaba: Valentina tenía una fístula que conectaba el esófago con la tráquea. “Esto fue realmente una sorpresa para los doctores y para nosotros, porque cambiaba el tipo de atresia, y eso en Bolivia no lo hubieran podido descubrir porque no tenían la técnica de toracoscopia. El doctor al entrar vio eso y de una lo cerró, realmente fue increíble porque la fístula era tan pequeña, que nunca nos dio un problema, pero si seguía creciendo se iba a abrir y podía pasarle tranquilamente cualquier líquido o alimento a los pulmones”, comenta Gabriela.
“Efectivamente fue complejo, nadie lo esperaba, es la atresia de esófago más rara que existe, pero se pudo resolver bien y la cirugía fue exitosa, permitiendo unir completamente su esófago”, agrega el
doctor Godoy.
“Me ha sorprendido la calidez humana de todos”
Mientras Gabriela acompaña a su hija en la recuperación de la cirugía, recuerda que en un comienzo se plantearon con su esposo y el cirujano que las atendía en Bolivia, la posibilidad de que el doctor Godoy se trasladara hasta Bolivia, pero entre todos coincidieron en que la mejor opción era viajar hasta Chile.
“No era solamente por el doctor, sino por todo lo que implicaba: la técnica de toracoscopia, el equipo médico, las enfermeras y la dedicación y calidad con la que trabaja cada área. Por tal motivo decidimos viajar a Chile y que nuestro doctor nos acompañe para participar de la cirugía. Nosotros habíamos conversado con otros padres que habían pasado por algo similar con sus hijos, quizás no el mismo caso, pero que su experiencia era significativa para nosotros, y ellos nos recomendaron viajar a Chile para tratar a Valentina. Nos decían que acá íbamos a estar seguros de que le harían los procedimientos necesarios al presentarse alguna complicación, por la cantidad de pacientes que tratan, porque tienen mayor experiencia y saben cómo actuar en el momento. Y la verdad ha sido así”, destaca Gabriela.
Y si bien en un comienzo decidió venir a Chile por la tecnología, lo que más la tiene contenta es el excelente trato de quienes han atendido a su hija. “Me ha sorprendido la calidez humana de todos, tanto de las enfermeras como de los doctores. No solamente se quedan en lo médico, sino que realizan los procedimientos con cariño, nos hacen participar en todo lo posible y toman en cuenta nuestras opiniones con respeto. Nos preguntan ‘cómo estás y cómo te sientes’, porque imagino que se dan cuenta de que nuestro ánimo y seguridad se le transmite a los bebés, y eso la verdad es que ha sido increíble”, finaliza.