Esta práctica se ha vuelto muy popular en los últimos años. A continuación te contamos qué es y las consideraciones que se deben tomar antes de comenzarlo.
Existen distintos tipos de ayuno intermitente los que se han hecho cada vez más populares en las redes sociales; sin embargo, en términos generales,
se trata de no comer sólidos ni líquidos calóricos durante un periodo de tiempo determinado y luego volver a hacerlo de forma normal sin restricción de calorías. “Hay varios tipos de regímenes de ayuno intermitente, tenemos el ayuno en días alternos, el ayuno periódico, la
alimentación restringida en el tiempo y el ayuno religioso o espiritual como el Ramadán”, explica el
doctor Juan Carlos Vega, nutriólogo CLC.
El objetivo del
ayuno intermitente como muchos otros patrones de
alimentación usados para controlar el
peso corporal, tiene como objetivo mantener una
restricción calórica. El problema, según comenta el doctor Vega es que, como tantos otros patrones de alimentación, se ha vuelto popular como tratamiento universal y fácil de replicar para
perder peso y empezó a ser utilizado por personas con sobrepeso y obesidad como método sin supervisión médica.
Algunos de los beneficios del
ayuno estarían explicados por la
disminución de glucosa en sangre, lo que obliga al cuerpo a movilizar la grasa para reservar parte de esa glucosa, aumentando la sensibilidad por la insulina. Sin embargo, hay poca información científica de buena calidad sobre el efecto real de esta forma de alimentación por periodos más prolongados, por lo que los especialistas recomiendan consultar siempre antes de empezar algún tipo de
dieta restrictiva en cualquiera de sus formas.
“La
alimentación de cada persona debe ir en directa relación a su
estado nutricional, de salud, edad y
actividad física entre otros factores, por lo que
se debe evitar hacer dietas sin el control de un especialista. De lo contrario, puede haber efectos negativos para la salud sin lograr el objetivo que se busca”, dice el nutriólogo.
Posibles efectos secundarios:
- Fatiga.
- Ansiedad.
- Insomnio.
- Náuseas.
- Dolores de cabeza.
- Pérdida de masa muscular.
- Intensificar trastornos alimentarios.