El trastorno afecta la calidad de vida del que ronca y de su familia.
La
obesidad no sólo impacta en la calidad del sueño sino que también en la obesidad, un círculo vicioso que puede detenerse con la baja de peso.
Según explica el doctor
Jorge Jorquera, broncopulmonar y experto en trastornos respiratorios del sueño de Clínica Las Condes, el sueño es esencial para el bienestar físico y mental de las personas y es uno de los factores más importantes en el mantenimiento de un cuerpo sano. Y “la relación entre obesidad y sueño es muy estrecha”, dice.
Diversos estudios han mostrado la relación entre cantidad de sueño y obesidad tanto en niños como en adultos; con aumentos del 50% hasta 90% del riesgo de obesidad en las personas que duermen poco.
“Distintos estudios han demostrado que la falta de un
sueño de buena calidad y en un número de horas adecuadas (promedio de 7 a 9 horas al día), además de la obesidad tiene un impacto negativo en el control metabólico, el apetito y el gasto energético, asociando fuertemente la falta de sueño con resistencia a insulina, riesgo de enfermedad coronaria, hipertensión arterial y accidente cerebrovascular”, indica el especialista.
Por otro lado, la obesidad es uno de los principales de riesgo para presentar
ronquido y apnea del sueño que se produce por un colapso de la vía aérea superior (faringe), obstruyendo el paso del aire con cese de la respiración (
apnea), “la que produce caída de la oxigenación y despertares que condicionan la alteración en la arquitectura del sueño, durmiendo más en etapas superficiales en desmedro de las etapas profundas donde realmente uno se repara”, explica el doctor Jorquera.
Así, el tratamiento de los pacientes con sobrepeso y obesidad debe tener en cuenta también los patrones de sueño. “En estos casos, lo ideal es tratar el origen del problema, que muchas veces ocurre producto de malos hábitos alimentarios y sedentarismo, que conllevan a la obesidad y, además tratar las
apneas y los trastornos metabólicos asociados”, dice.
El tratamiento debe ser individualizado y centrado en el paciente. “Cuando se trata de una enfermedad leve a moderada, la disminución de peso significativa puede curar la enfermedad. Cuando el caso es grave y dependiendo del exceso de peso del paciente pueden necesitar equipos de presión positiva continua (
CPAP) que funcionan a través de la generación aire a presión formando una cámara neumática en la faringe, con lo que se evita el colapso de la vía aérea y se elimina el ronquido y las apneas”, explica.