En Chile está regulada la cantidad que contienen los alimentos envasados, la tarea pendiente está en la comida rápida.
Las
grasas trans aparecen a nivel industrial en nuestra alimentación hace ya unas cinco décadas. Las crea la industria alimentaria, al buscar solidificar los aceites vegetales (por ejemplo, el aceite de maravilla), mediante un proceso que se conoce como hidrogenación y producir margarinas, las cuales son más baratas que la mantequilla que existía en esa época: esto, con el objetivo de mejorar y hacer más eficiente la producción de galletas o pasteles, entre otros.
“Su uso se hizo masivo, pensando que, al ser de origen vegetal, no dañaría la salud de las personas. Sin embargo, estudios posteriores demostraron que su efecto sobre los niveles de
colesterol sanguíneo y
enfermedad cardiovascular era peor que el que nos produce el consumo de grasas de origen animal y colesterol”, explica la nutricionista
Daniela Ghiardo, especialista del Centro de Nutrición y Bariátrica de Clínica Las Condes.
Las grasas trans se encuentran en margarinas, snacks salados como: papas fritas, ramitas, galletas, dulces, donas, pastas congeladas, en la comida rápida, como nuggets o hamburguesas, y es en este tipo de alimentos dónde es más difícil regular o controlar su uso.
“En Chile ya se avanzó mucho en la regulación de cómo y a cuánto bajar el contenido de aceites trans, sobre todo aquellos alimentos que llevan etiqueta nutricional (galletas, snacks y otros similares). Esta iniciativa ha contado con el apoyo de la industria y los entes regulatorios”, explica.
La nutricionista agrega que, “sin embargo, en la actualidad el problema es que los alimentos conocidos como
comida rápida no están obligados a llevar etiqueta, ya que se consumen de inmediato y el consumidor no tiene cómo verificar el contenido de estas grasas en los alimentos que está ingiriendo. Por lo tanto, el llamado es a evitar el consumo de estos alimentos”.
El efecto de las grasas trans se ve en el
perfil de lípidos de nuestra sangre, pues suben los
triglicéridos, el
colesterol LDL (malo) y bajan el nivel de
HDL (bueno), aumentando el
colesterol en las arterias. Esto puede tener como resultado el aumento de los eventos cardiovasculares, como los infartos. “Este efecto puede ser más potente que el consumo de grasas de origen animal”, dice.
Lo ideal es tener una dieta libre de ellas. Un límite seguro también es que menos del 2% del total de grasas de un alimento sea trans o con menos de 0.5 grs por porción, los cuales se etiquetan como "Libre de Trans".