Aunque por lo general se trata de un cuadro que se mejora con medicamentos y cuidados específicos, hay veces en que es necesario realizar una cirugía para evitar complicaciones que pueden llegar a ser graves.
Las
amígdalas forman parte del sistema inmunológico y se encuentran en la entrada del aparato digestivo. Su función es captar gérmenes y desencadenar mecanismos de defensa contra ellos, lo que se hace especialmente importante durante los primeros años de vida y luego va disminuyendo a la medida que los niños crecen.
Aunque por lo general este mecanismo funciona sin mayores contratiempos, en el caso de contagio con la bacteria estreptococo se produce una infección que causa
dolor al tragar y, especialmente en los niños, va asociada a
fiebre alta y
malestar general.
Este cuadro es el que se conoce como amigdalitis y si no es tratado de forma oportuna, puede traer graves complicaciones para la salud del paciente. “La progresión de la infección puede comprometer lugares anatómicos cercanos comenzando por un absceso periamigdaliano, abscesos profundos del cuello o incluso compromiso del mediastino, algo que es muy grave”, explica el
doctor Luis Cabezas, otorrinolaringólogo de Clínica Las Condes.
En esos casos, la cirugía para extirpar las amígdalas es el tratamiento a seguir, pero también hay otros casos en que es necesario entrar a pabellón:
- Por la frecuencia de la enfermedad: seis cuadros de amigdalitis en un año, cuatro durante dos años o tres durante tres años.
- Por el tamaño: el paciente, de cualquier edad, presenta una hipertrofia de la amígdala tan severa que le produce apnea del sueño.
- Sospecha de cáncer.
- Eliminación de la tonsilolitos: acumulaciones de secreción o comida que produce mal olor y se traducen en halitosis.
Sin embargo, según explica el doctor Cabezas, hay que tomar en cuenta que, para el caso de los adultos, la frecuencia de las infecciones es más relativa, ya que la mayoría de las veces son más severas y difíciles de tratar. Además, los episodios se traducen en infecciones más severas, lo que implica mayor ausentismo laboral.
Diagnóstico
- Se realiza a través de un examen clínico para detectar su existe una inflamación de la amígdala que puede ir acompañada o no de placas blancas.
- Para determinar el tipo de amigdalitis se puede hacer un cultivo o test rápido que permite descartar que no sea viral y entregar así el tratamiento adecuado en cada caso.
- Si es una amígdala bacteriana se recetarán antibióticos y la infección desaparecerá alrededor de los 10 días, aunque el paciente notará una mejoría de los síntomas al segundo o tercer día.
Tipos de cirugía
En el caso de necesitar una cirugía, se realiza lo que se conoce como
amigdalectomía. “Esta es la técnica clásica de extirpación de amígdalas completa y se efectúa mientras el paciente está bajo anestesia general, se realiza una pequeña incisión para disecar la amígdala y extraerla completamente. La herida que deja esta operación sana sin suturas en general, ya que se cauterizan los vasos para una cicatrización más natural”, explica el doctor Cabezas.
También existe la
reducción con ultrasonido denominada amigdalectomía parcial o subcapsular. “Se utiliza en casos que se requiera disminuir el tamaño de la amígdala en pacientes que no tienen infecciones, pero sí apneas del sueño, o para eliminar los tonsilolitos que son pequeñas formaciones sólidas como un arroz que se acumulan dentro de la amígdala y cuya presencia provoca mal aliento·, dice el especialista.
Por lo general se trata de cirugías que no presentan mayor riego para el paciente, pero hay que poner atención a que no se produzca un sangramiento post operatorio, lo que sucede entre el 1 y el 3% de los casos. Para eso, aparte de los medicamentos analgésicos para el dolor,
es importante seguir una dieta con alimentos molidos, fríos o tibios, y evitar el ejercicio físico.