Ya sea por alergia a su proteína o por tener intolerancia a la lactosa, hay veces en que es necesario hacer cambios en la alimentación de los niños, sin descuidar que reciban todos sus nutrientes. Aprende a identificar los síntomas y como lograr una dieta libre de proteína de vaca que se adecúe a las necesidades alimenticias de tus hijos.
Según explica la
doctora Mariana Elberg, pediatra CLC, no se sabe con exactitud cuál es la causa de la
alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV), pero sí se sabe que los niños afectados presentan una
reacción inmune en la que el organismo desconoce esta proteína y empieza a atacarla generando una respuesta inflamatoria exagerada que produce ciertos síntomas como:
- Irritabilidad.
- Llanto.
- Aumento del reflujo gastroesofágico.
- Diarrea o constipación.
- Heridas en torno al ano.
- Irritación o sequedad de la piel.
- Sangramiento digestivo.
- Síntomas respiratorios como la obstrucción bronquial.
De acuerdo con cifras del INTA, la APLV es una
patología frecuente que, a nivel mundial, tiene una incidencia de entre 1,9% y 7% en lactantes menores de un año, incluidos aquellos alimentados exclusivamente con leche materna.
Esta condición está asociada principalmente a la incorporación de
fórmulas lácteas a base de
leche de vaca; sin embargo, también se puede presentar en lactantes que ingieren esta proteína a través de la leche materna cuando las madres consumen productos lácteos.
Como no existe un
tratamiento específico para este tipo de alergia, la única solución es implementar una
dieta libre de proteína de leche de vaca, tanto para el niño, como para la madre en el caso de los lactantes.
“En la actualidad existen distintas
fórmulas lácteas para los menores que tienen este trastorno, las que deben ser
recetadas por un pediatra o especialista en nutrición, para
asegurar el correcto desarrollo del lactante”, agrega la pediatra.
Es importante saber que, si este tratamiento de dieta libre de proteína de leche de vaca es instaurado en forma precoz y se mantiene por un tiempo suficiente, al menos hasta el año de vida, el
sistema inmune se desensibiliza y se vuelve más tolerante en la mayoría de los casos y estos niños pueden volver a tener una
dieta más normal.
Intolerancia a la lactosa
Esta condición consiste en
la incapacidad del intestino delgado de
absorber en forma parcial o total
la lactosa -el azúcar de la leche- que está presente en todos los lácteos en distintas cantidades.
Puede ser una intolerancia
primaria o
genética -aunque en casos muy excepcionales- o transitoria, es decir, producida por
cuadros infecciosos como gastroenteritis u otras enfermedades digestivas como la enfermedad celíaca o enfermedad de Crohn.
En el caso de los
lactantes, la
intolerancia a la lactosa es menos común que en los niños de más de cuatro años y en los adultos. Esto, porque todos los niños nacen con lactasa -enzima encargada de digerir la lactosa- en los intestinos, la que empieza a disminuir con el paso de los años.
Síntomas de sospecha intolerancia a la lactosa:
Por lo general se dan entre 30 minutos y 2 horas después del consumo de algún producto lácteo, pero en muchas ocasiones los síntomas no son inmediatos. Además, estos pueden variar de un paciente a otro, dependiendo del grado de intolerancia de cada uno, presentándose de manera frecuente:
- Náuseas.
- Dolor abdominal.
- Hinchazón.
- Diarrea acuosa y gases.
- Dispepsia
- Constipación
¿Cómo diagnosticarlo?
Existen diferentes pruebas que pueden confirmar la intolerancia a la lactosa, tales como:
- Prueba de acidez de las deposiciones.
- Test de aire espirado con lactosa.
- Test rápido de lactasa duodenal.
- Test genético en muestra de sangre.
Si los exámenes confirman la intolerancia, el tratamiento se basa en
una dieta libre de lactosa que dependerá del grado de intolerancia de cada paciente. Por ejemplo, los quesos maduros, mantequillas y yogurt no procesados tienen muy pocas cantidades de lactosa, por lo que si el paciente tiene
una intolerancia leve o moderada puede intentar consumirlos. Si la
intolerancia es severa, es necesario eliminar otros alimentos no lácteos con altas cantidades de lactosa también, por lo que es importante leer las etiquetas o remplazarlos por productos que no contengan lactosa.
Si por algún motivo no se puede acceder a productos sin lactosa también existe la opción de consumir la lactasa en comprimidos previo al consumo de lácteos, pero siempre es necesario consultar antes con un especialista.