Somnolencia, ronquidos y pausas respiratorias caracterizan la apnea del sueño. ¿Cómo afecta nuestra salud y cuáles son las consecuencias?
El
síndrome de apnea e hipopnea obstructiva del sueño (SAHOS) o simplemente
apnea del sueño, es una enfermedad frecuente que afecta al 4% de la población adulta y presenta creciente relevancia a la luz del progresivo reconocimiento de las implicancias para la salud.
La apnea del sueño se produce por un
colapso de la vía aérea superior y se asocia a obesidad y cuello grueso (circunferencia cervical mayor o igual a 43 cm en hombres y 40 en mujeres).
Este cese de la respiración (apnea) produce
caída de la oxigenación y despertares que condicionan alteración en la arquitectura del sueño, durmiendo más en etapas superficiales en desmedro de las etapas profundas donde realmente uno se repara. Los
síntomas cardinales son la
somnolencia, los ronquidos y las pausas respiratorias observadas por el compañero de dormitorio y se ha asociado a mayor riesgo de hipertensión arterial, accidentes cerebrovasculares, de tránsito y mayor mortalidad cardiovascular.
Los pacientes experimentan somnolencia en situaciones inadecuadas; mientras ve televisión, lee o conduce su vehículo y suelen
consultar por cansancio, sueño no reparador, trastorno del ánimo, cefalea, disminución de la concentración, memoria o de la libido. Vemos que en ocasiones son arrastrados por su pareja por los ronquidos intensos o por los eventos de apneas que generan gran preocupación.
Por último, recibimos pacientes referidos por médicos que atienden pacientes con alto riesgo de presentar apneas como
obesos, hipertensos, diabéticos o algunos que ya han presentado alguna complicación cardiovascular (infarto, arritmia, accidente cerebrovascular).
“Un problema relevante es que corren 6 veces más riesgo de sufrir un accidente de tránsito que las personas sin apnea: similar a conducir con cerca de 0.8 gr/lt de alcohol, claramente un delito.”
Dos son los métodos validados para el diagnóstico, la
polisomnografía que analiza las variables neurofisiológicas y cardiorrespiratorias, para lo cual el paciente debe ser hospitalizado instalando sensores para identificar la arquitectura del sueño y los eventos de apnea, o la
poligrafía que monitoriza las variables cardiorrespiratorias a través de un equipo portátil que luego de una breve instrucción, el paciente se lleva a su casa para registrar una noche típica de sueño en su ambiente habitual, tecnología que hace más accesible el estudio.
El tratamiento
debe ser personalizado y depende de la gravedad de las apneas, intensidad de los síntomas, las enfermedades asociadas, la presencia o no de obesidad y alteraciones nasofaríngeas.
A todos les recomendamos
medidas de higiene de sueño, baja de peso, medidas posicionales en los que roncan o hacen apneas sólo cuando duermen de espalda y tratamiento de los síntomas nasales.
Los pacientes con enfermedad moderada a grave sintomático, el tratamiento de elección son los equipos de
presión positiva continua (CPAP). Estos equipos funcionan a través de la generación de aire a presión formando una cámara neumática que evita el colapso de la vía aérea eliminando el ronquido y las apneas. Esta presión se entrega a través de una máscara adaptada a la nariz y fijado por un arnés. Es indispensable el seguimiento y control por médicos entrenados que permita acompañar al paciente desde el inicio, asegurar la efectividad y control de síntomas.
Disponemos de un
programa de trastornos del sueño con un equipo multidisciplinario y equipos con sistema de telemedicina que nos permite controlar y modificar el tratamiento encontrándose el paciente en cualquier lugar de Chile, sin tener que acudir a nuestra consulta, logrando que el tormentoso e ineficaz descanso nocturno se convierta en un sueño eficaz y reparador.
Por
doctor Jorge Jorquera,
broncopulmonar y jefe del Programa de Trastornos Respiratorios del Sueño de Clínica Las Condes.
Publicado en ediciones especiales del diario
El Mercurio.