Mantener una temperatura y humedad adecuadas y saber cuáles son los pro y contras de los diferentes sistemas de calefacción, son los primeros pasos para un invierno saludable.
Cada día estamos menos dispuestos a pasar frío. Queremos andar menos abrigados, nos gustan las casas más calefaccionadas y nos encantaría poder estar en manga de camisa en pleno invierno. Por su lado, los sistemas de calefacción se han ido perfeccionando cada vez más y la oferta en esta época del año es bastante amplia.
En primer lugar, hay que aclarar que para un ambiente climatizado saludable la temperatura no debiera superar en invierno los 19 a 20 grados y, en la noche, un par de grados menos para un dormir sano. ¿Por qué? Porque los cambios bruscos de temperatura entre el interior y el exterior son los que generan y favorecen las infecciones virales.
“En las casas hay que abrigarse. ¡No se puede estar en polera y shorts en pleno mes de julio!”, alerta la especialista broncopulmonar infantil de Clínica Las Condes, doctora M. Angélica Palomino. “Pero tampoco exagerar en el abrigo, sobre todo con los niños chicos que, muchas veces, andan abrigados como si no existiera calefacción y transpiran sin tregua, aumentando las probabilidades de un cambio brusco de temperatura cuando salen. Además, la humedad que generan muchas de las estufas, es un campo propicio para los virus de temporada”, argumenta.
Por esto, en los meses fríos es mejor abrigarse más que tener una mayor cantidad de estufas prendidas o subir el termostato de la calefacción. Lo mismo, procurar una temperatura lo más pareja posible dentro de la casa y no lo que ocurre muchas veces, que se calefacciona más un sector que otro y los niños, inevitablemente, pasan de una pieza calurosa a otra más fría consiguiendo el ambiente indicado para que se resfríen.
El ambiente
A los cambios de temperatura hay que sumar otros dos factores que predisponen a sufrir enfermedades en esta época. Por una parte, la contaminación ambiental de nuestra capital. “La contaminación inflama la mucosa de las vías respiratorias altas, que es el órgano de choque y una de las razones por la cual se paralizan los cilios (pelitos de la nariz) que son nuestros mecanismos de protección al filtrar el aire”.
Y por otra, la contaminación intradomiciliaria, aquella provocada por estufas sin ventilación exterior o cámara cerrada de combustión, por humo de cigarrillo, gases tóxicos, polvo y humedad, dentro de lugares cerrados como casas, colegios y oficinas y que afectan la salud de quienes usan esos recintos. “Este tipo de contaminación puede representar un riesgo importante para la salud si se considera que en general los individuos permanecen más de 80% de su tiempo en ambientes interiores y 60% de este, en sus hogares”.
Una casa sana es un lugar templado, bien ventilado y bien asoleado (el sol disminuye los ácaros de polvo de las habitaciones y mantiene la temperatura). Además, lo ideal es que el aire de un espacio no sea ni muy seco ni muy húmedo, y para eso conviene saber las virtudes y los defectos de los distintos sistemas de calefacción y estufas.
Calefacción y Contaminación
En general, con excepción de las estufas eléctricas, las lozas radiantes, los radiadores y los calefactores que cuentan con sistema de cámaras de combustión cerradas y evacuación externa de los gases generados producto de la combustión, todo el resto de las calefacciones contaminan el aire interior de una casa. Entre estas podemos mencionar las chimeneas a leña, las estufas catalíticas y las que son, por lejos, las más dañinas, las que combustionan parafina o gas. Sucede que para generar calor, todas necesitan consumir oxígeno mientras liberan carboncillo, partículas de gas, sustancias toxicas y, dependiendo de su configuración, aumentan la humedad ambiente o la disminuyen considerablemente.
“Si bien no hay duda que la calefacción central es una alternativa sana, también es la menos eficiente y una de las más caras. Por otra parte, las de tiro balanceado no son dañinas para la salud ya que se conectan con el exterior, hacen la combustión en una cámara hermética y los gases son eliminados hacia afuera. Pero ojo: todas las estufas que tienen llama en cámara abierta, consumen oxígeno y contaminan el interior del hogar”, señala la doctora.De esta manera y sin saberlo, los habitantes de una casa sufren inflamaciones e irritaciones de las vías respiratorias las que, finalmente, se convierten en un caldo de cultivo para las infecciones virales o bacterianas.
“Náuseas, dolores de cabeza, fatiga, neumonías, problemas bronquiales, reacciones alérgicas, irritación de las mucosas, asma bronquial, enfermedades al corazón en adultos y hasta muerte por asfixia, son algunos de los efectos que tiene la contaminación de estufas en las personas”, comenta.
Las menos sanas
•Parafina y gas:
Las calefacciones láser a parafina portátiles (sin conexión al exterior ni cámara de combustión hermética) que hoy están tan de moda, son muy eficientes en su entrega de calor pero no son las más sanas en términos de salud: consumen oxígeno, aumentan el nivel de CO2 y modifican el nivel de humedad del ambiente. Y esto produce –entre otras cosas– cefalea y mareos en las personas, sequedad o modificación de la humedad en las mucosas del sistema respiratorio y polvo en suspensión en el ambiente.
“Por esto, atención, las estufas a parafina o gas no pueden estar en espacios reducidos ni cerrados como dormitorios u oficinas. Es muy importante mantener una ventilación permanente al exterior, con puertas y/o ventanas entreabiertas para incorporar oxígeno y controlar la humedad ambiental”. Además, el calor que generan (y esto corre para todos los sistemas de calefacción en una u otra medida) eleva el polvo en suspensión y lo mantiene en la habitación con los correspondientes daños a la salud. Esta es la razón por la cual hay que mantener los diferentes artefactos libres de polvo y limpios.
•Leña:
Todas las estufas a leña –no importando si son o no de doble cámara– liberan ácidos, polvo y C02, tanto al interior como al exterior de una casa. “La leña más perjudicial es aquella que presenta un alto contenido de humedad, ya que libera material particulado respirable a la atmósfera (MP10). Pero el hecho más preocupante es que la quema de leña produce cerca de la mitad de las emisiones del material particulado más pequeño (MP2,5), el cual trae graves consecuencias para la salud de las personas, tanto en términos de contaminación intradomiciliaria como ambiental. Si lo comparamos con las emisiones de gas licuado, la leña contamina muchísimas veces más”.
En definitiva, si las estufas a leña, gas y parafina no se usan adecuadamente y no se realizan periódicamente las mantenciones indicadas por el fabricante, aumentan la prevalencia de enfermedades respiratorias y tienen efectos agudos en las personas.
Dra. María Angélica Palomino, Broncopulmonar infantil CLC.
Todas las estufas con llama o catalícas:
- Consumen oxígeno.
- Elevan el polvo en suspensión.
- Producen gases y partículas tóxicas producto de la combustión.
- Algunas secan el aire, por lo que resecan las vías aéreas.
- Otras producen mucha humedad, lo que desarrolla hongos invisibles al ojo humano que favorecen el desarrollo de enfermedades respiratorias.
“Las estufas a parafina o con gas no pueden estar en espacios reducidos ni cerrados como dormitorios u oficinas. Es muy importante mantener una ventilación permanente al exterior, con puertas y/o ventanas entreabiertas para incorporar oxígeno y controlar la humedad ambiental”.
- Si tiene una estufa a parafina, de gas o catalítica, préndala en el exterior y déjela ahí por 15 minutos.
- Manténgala encendida solo por unas horas y en un recinto ventilado hacia el exterior.
- Nunca apague las estufas dentro de la casa.
- Ventile diariamente las habitaciones.
- Mantenga en buen estado sus estufas con sus mantenciones al día.
- No levante polvo al barrer.
- No olvide limpiar diariamente el polvo que se deposita en las estufas.
Filtros de aire
Aunque no reemplazan la ventilación, los filtros de aire sirven en la medida que eliminan el polvo en suspensión y en algo aportan en la batalla contra los virus, partículas y bacterias. “Ayudan, pero no son mágicos. Un buen lugar para tenerlos son las piezas de las guaguas”, señala la especialista.
Humidificadores de aire
Los humificadores de aire o el poner recipientes con agua sobre las estufas, son medidas dañinas para la salud ya que solo humedecen el ambiente e incentivan la generación de hongos. Estos irradian un vapor que aumenta el asma y la rinitis alérgica, entre otras cosas.