De acuerdo a investigaciones recientes, una baja calidad de sueño, incrementa el hambre, por lo que está ligado a la obesidad.
El sueño es un factor muy importante para mantener una buena salud, necesitamos entre 7 y 9 horas por noche para funcionar bien, pues si el organismo no consigue el descanso requerido, comienza a funcionar distinto, predisponiéndonos, por ejemplo, a la obesidad.
El doctor Ricardo Funke, cirujano del Centro de Nutrición y Bariátrica de Clínica Las Condes, indica que hay diversos estudios que muestran que la disminución de las horas de sueño nocturno predisponen a una mayor incidencia de obesidad.
Por su parte, el doctor Jorge Jorquera, broncopulmonar del Centro del Sueño de Clínica Las Condes, explica que si bien los mecanismos que vinculan la restricción de sueño con el incremento de peso y obesidad no se encuentran totalmente establecidos, la restricción de sueño incrementa los niveles de grelina, la ‘hormona del hambre’, y disminuye los niveles de leptina, la ‘hormona de la saciedad’, “lo que conduce a un aumento del apetito que se manifiesta en una preferencia por alimentos con alto contenido en azúcar y grasa”, sostiene.
La falta de sueño también puede derivar en un aumento de peso, no sólo porque los períodos de vigilia proporcionan más tiempo para comer, sino que los efectos de la fatiga y la somnolencia tienden a reducir los niveles de actividad física y con ello el gasto energético con el consiguiente aumento de peso, señalan los especialistas.
Estar excedido de peso también baja la calidad del sueño, lo que hace aún más difícil controlarlo. “Los pacientes obesos pueden presentar el síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS), en la cual se presentan episodios repetitivos de apnea o estrechamiento de las vías respiratorias a nivel de la faringe, manteniendo el trabajo de los músculos respiratorios”, dice el doctor Funke.
Todo eso produce menor oxigenación de la sangre y despertares, lo que fragmenta el sueño y produce los síntomas diurnos de somnolencia y más hambre. “Además, la apnea del sueño está asociado a un aumento de la presión arterial y riesgo cardiovascular”, indica.