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Hombre atándose sus zapatos

Principales cirugías de pie y tobillo

15 de mayo, 2020 Tratamiento y Recuperación
Este tipo de intervenciones son una subespecialidad de la Traumatología que ha tenido un desarrollo muy importante en los últimos años. Clínica Las Condes cuenta con un equipo de especialistas formado en Chile y el extranjero, capaces de solucionar las distintas patologías de pie y tobillo.

Muchos son los problemas que pueden afectar la zona del pie y tobillo. Dentro de las patologías más frecuentes están la artrosis, el hallux valgus (juanete) y otras asociadas a la práctica deportiva como esguince crónico tobillo, tendinopatía aquiliana y lesiones de cartílago.
 
En este contexto, los especialistas del equipo de Pie y Tobillo de Clínica Las Condes, formado por los doctores Gerardo Muñoz, Gonzalo Bastías, Natalio Cuchacovich, Jorge Filippi y Rodrigo Melo, están enfocados en resolver los problemas que afectan a los huesos, ligamentos, articulaciones y tendones de este segmento de nuestro cuerpo.
 

Patologías más comunes

 
 

1. Hallux valgus

 
 
Los juanetes o hallux valgus generan una deformidad progresiva, produciendo una prominencia en la cara interna del pie llamada bunion. Generalmente es dolorosa y ensancha el pie, dificultando el uso de zapatos. Las mujeres son las principales afectadas por esta condición. Además, se le atribuye un componente hereditario muy significativo, incluso pudiendo saltarse generaciones.
 
El tratamiento inicial del juanete es el uso de un zapato cómodo, así como tratar las posibles condiciones asociadas a través del uso de plantillas u otras órtesis. Si el malestar persiste, la corrección debe hacerse a través de una cirugía. En estos casos, el cirujano especialista es quien decide qué tipo de intervención es la más adecuada dependiendo del grado y la magnitud de la deformidad del juanete.
 
Es muy poco probable que un juanete se pueda tratar simplemente con sacar la protuberancia del hueso, por lo que a menudo es necesario realinear la deformidad realizando algún corte en el hueso. Esto se conoce con el nombre de osteotomía.
 
Si bien, la cirugía tiene fama de ser dolorosa, actualmente el equipo de manejo del dolor utiliza bloqueos de nervios periféricos, así como esquemas analgésicos estandarizados en todas las cirugías de hallux valgus, por lo que el dolor dejó de ser un problema.
 
La principal molestia post operatoria es el edema o hinchazón del pie, por lo que es necesario realizar reposo con la extremidad elevada, así como el uso de medias compresivas.
 
 

2. Artrosis e inestabilidad de tobillo

 
 
Esta enfermedad provoca dolor y limitación en la movilidad del pie debido la degeneración del cartílago de las articulaciones, produciendo el desgaste progresivo de las superficies articulares.
 
Si bien, se puede originar por diversas causas, la mayoría de los pacientes desarrolla artrosis de tobillo debido a un trauma repetitivo en el tiempo o por consolidación inadecuada posterior a una fractura. Otras causas son la artritis reumatoide, gota e inestabilidad del tobillo, causando múltiples esguinces.
 
Los principales síntomas son la limitación de movimiento para subir y bajar el pie, dolor al moverlo, además de rigidez y dolor en la mañana al empezar a caminar. Después de un rato esto puede disminuir, sin embargo, el dolor vuelve y empeora.
 
El diagnóstico se hace al examinar el pie y se confirma con una radiografía y, a veces, con una resonancia. El tratamiento dependerá del grado de dolor y de qué tan severa sea la condición.
 
En el caso de necesitar una cirugía, los principales procedimientos son:

  • Reemplazo total de tobillo o prótesis de tobillo.

  • Fusión de tobillo (artrodesis).

  • Artroplastía de distracción tobillo (uso excepcional).

  • Osteotomías de realineamiento.

  • Reconstrucción de los ligamentos del tobillo -parecido a lo que se hace en la rodilla- para evitar la aparición de artrosis.
Cada una de estas cirugías tiene ventajas y desventajas, por lo que la decisión final se debe hacer con un traumatólogo con experiencia.
 
 

3. Pie cavo

 
 
Hay muchas causas para un arco del pie aumentado o popularmente llamado empeine alto. En la mayoría de los casos es inocuo y sin origen conocido y sólo se necesitarán plantillas para aliviar las molestias.
 
Sin embargo, algunas veces obedece a causas patológicas, siendo la más común una forma de distrofia muscular llamada neuropatía sensoriomotora hereditaria o enfermedad de Charcot Marie Tooth, la que, con gran seguridad, necesitará procedimiento quirúrgico para resolverla. Otras causas patológicas son problemas neurológicos cerebrales, medulares y de nervio periférico traumatizado.
 
En estos casos se produce un patrón típico de deformidad donde el arco del pie se hace mayor y ciertos músculos se debilitan, lo que lleva a una caída de la punta del pie al caminar, fatiga, tropiezos frecuentes y dolor, entre otros síntomas.
 
Debido al desbalance entre músculos fuertes y músculos débiles, secundarios al problema neurológico, el dedo gordo del pie, primer metatarsiano y los dedos pequeños del pie se deforman, enroscan y se hacen muy prominentes, lo que se conoce como dedos en garra. Esto produce dolor por la presión sobre el suelo y el roce con los zapatos.
 
El diagnóstico de esta condición es simple y rara vez se necesitan pruebas de laboratorio para confirmarlo, más allá de radiografías y electromiografía en algunos casos más complejos o frente a dudas diagnósticas.
 
El tratamiento varía según el grado de deformidad y discapacidad que tenga el paciente, lo que puede incluir desde un soporte ortopédico para el arco o el uso de plantillas, hasta una cirugía en los casos más severos. Los procedimientos quirúrgicos son muchos y decidir cuál es el más adecuado para cada caso dependerá de la deformidad subyacente y del patrón de pérdida de la fuerza muscular y la debilidad del pie.
 
Por lo general, durante la cirugía se combinan distintas técnicas quirúrgicas para lograr los objetivos de restaurar la movilidad, quitar el dolor y hacer más autónomo al paciente, así como corregir las diversas deformidades y debilidades musculares. Estas técnicas pueden incluir transferencias tendinosas y realineamiento (osteotomías) de los ejes del hueso para reposicionar el arco y el talón del pie.
 
 
 

4. Tendinopatía del Aquiles

 
 
Corresponde a la enfermedad crónica del tendón. Se produce mayoritariamente por sobreuso al realizar deportes que implican impacto en el suelo como correr, saltar o rebotar en alta frecuencia. Esto va generando lesiones internas mínimas que habitualmente son asintomáticas, pero que, por repetición, producen daño y cambios en el tejido del tendón, lo que va deteriorando su estructura de manera irreversible. Esto genera dolor en el tendón y su implicancia es dejar de hacer deporte o incluso limitar la vida normal.
 
Por eso es fundamental consultar de forma temprana para iniciar un tratamiento, ya que, de lo contrario, es muy difícil tratar de manera efectiva, volviendo a los síntomas por el avanzado estado de deterioro. Normalmente estos tendones no se rompen o cortan.
 
El tratamiento conservador es con plantillas, taloneras y kinesioterapia, entre otros, el que suele responder bien por un largo período.
 
Si esto no sucede, el tratamiento quirúrgico se indica en casos seleccionados y varía desde tendoscopía quirúrgica mínimamente invasiva hasta reemplazo del tendón.
 
 

5. Pie plano

 
 
Es extremadamente común y normal en más del 90% de los casos a cualquier edad. Durante los primeros años de vida el pie plano es perfectamente normal y rara vez requiere tratamiento, ya que recién alrededor de los 4 o 5 años el arco comienza a desarrollarse realmente. Sin embargo, si cumplidos los 8 años el arco todavía es muy plano podría convertirse en algo sintomático, produciendo dolor y fatiga en esa zona y en las piernas.
 
Generalmente este problema se puede controlar con el uso de un zapato adecuado y plantillas, pero en el caso de que el dolor persista, existen dos tipos de tratamientos quirúrgicos que tienen bastante éxito.
 
Uno es insertar un pequeño cilindro en la articulación subastragalina (artrorrisis) y el otro consiste en cambiar la forma del pie con osteotomía, combinado, sólo a veces, con el uso de un injerto óseo. Ambas cirugías devuelven el arco y enderezan el talón, y si bien puede no quedar un pie exactamente normal, sí se logra un pie superiormente más funcional al que tenía el paciente.
 
En pacientes sobre los 55 años, en especial en familias inmigrantes de Europa del norte y Estados Unidos, se presenta con alta frecuencia la falla progresiva de algunos tendones importantes del pie que tienen como función mantener la estabilidad y el arco. Debido a esto, el pie que antes era normal o al menos indoloro, comienza a doler y deformarse hacia un pie plano cada vez más severo y progresivo, siendo muy invalidante.
 
En estos casos el tratamiento es conservador cuando se detecta tempranamente, pero en estados más avanzados la opción quirúrgica es la adecuada. La cirugía consiste en realinear algunos huesos del pie y cambiar de posición algún tendón que se encuentre fuerte para colaborar con el que ha fallado y que provocó el problema.
 
 

6. Tendinopatía tibial posterior (Pie plano degenerativo del adulto)

 
 
El tendón tibial posterior es responsable de mantener el arco del pie, por lo que, si sufre una rotura, el arco del pie se hace plano y no hay soporte en la cara interna del tobillo.
 
Cuando no es posible reparar el tendón roto, es necesario reemplazarlo por otro que esté sano, lo que se conoce como transferencia tendínea. Para ello, generalmente se utiliza el tendón flexor de los dedos del pie, ya que esos dedos poseen otro tendón que cumple la misma función, por lo que no afecta la funcionalidad del pie.
 
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