Los peligros de la hipertensión

Los problemas en la presión dependen de factores como sobrepeso, falta de ejercicio y mala alimentación.


Se habla de hipertensión arterial (HTA) cuando la presión sistólica (alta) es igual o superior a 140 mm de mercurio (Hg) y/o la presión diastólica (baja) es igual o superior a 90 mm Hg.

Cuanto más alta es la presión arterial, mayor es el riesgo de daño al corazón y a los vasos sanguíneos de órganos principales como el cerebro y los riñones. Si no se controla, la hipertensión puede provocar un infarto del miocardio, un ensanchamiento del corazón y, a la larga, una insuficiencia cardíaca.

Los vasos sanguíneos pueden desarrollar dilataciones (aneurismas) y zonas débiles que los hacen más susceptibles de obstruirse y romperse. Por eso, la hipertensión puede ocasionar que la sangre se filtre en el cerebro y provocar un accidente cerebrovascular. La hipertensión también puede ocasionar insuficiencia renal, enfermedad de las arterias periféricas especialmente de las piernas, ceguera y deterioro de las capacidades intelectuales.

¿Cómo se puede controlar?

Todos los adultos deberían controlar su presión arterial y, si está elevada, deben consultar a un médico.

Para algunos podría bastar con modificar su modo de vida para controlar la presión arterial, por ejemplo, abandonando el consumo de tabaco, adoptando una dieta saludable, haciendo ejercicio con frecuencia, manteniendo un peso adecuado, controlando el estrés y evitando el uso nocivo de alcohol Por otro lado, la reducción de la ingesta de sal también puede ayudar.

A otras personas estos cambios les resultarán insuficientes y necesitarán vigilar su salud y tomar medicamentos con prescripción médica.

Cabe destacar que el no controlarse o abandonar el tratamiento aumenta los riesgos de sufrir, especialmente, un infarto del corazón o un ataque cerebrovascular.

La población con mayor riesgo de desarrollar hipertensión arterial es:
  • Aquellos que tienen antecedentes familiares
  • Adultos mayores
  • Sedentarios
  • Consumidores excesivos de sal
  • Personas con sobrepeso y obesos
  • Bebedores excesivos de alcohol.
 

Con la colaboración de la especialidad de Cardiología de Clínica Las Condes.

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