Son varias las razones que pueden generar esta molestia, algunas son anatómicas y otras funcionales.
Se llama
reflujo gastroesofágico al ascenso de comida o de contenido gástrico desde el estómago hacia el esófago, irritando e inflamando a este último que no está preparado para recibir este material ácido.
El
doctor Erwin Buckel, cirujano adulto de Clínica Las Condes, explica que son varios los motivos por los que se produce. “Pueden ser situaciones anatómicas, funcionales o externas, tales como una
comida muy abundante, alimentos pesados en la noche, o el
embarazo y en casos de obesidad”, indica el especialista.
Cuando el reflujo se vuelve patológico, se puede
producir esofagitis (inflamación del esófago) o complicaciones como
faringitis, laringitis, tos que despierta a los pacientes durante la noche, micro aspiraciones que generan neumonías a repetición, e irritación de las cuerdas vocales. Por este motivo, muchos pacientes son derivados por el otorrinolaringólogo.
Entre otras razones, se encuentra la
disfunción del cardias, una válvula que está justo en la unión del esófago con el estómago y que permite controlar que no haya reflujo. También se puede producir por una
hernia hiatal, esto es un orificio por el que pasa el esófago que se hace más grande y por el que asciende el estómago al tórax. Esta presión negativa que se produce provoca que la comida y los ácidos del estómago suban por el esófago.
Un tercer elemento que puede estar involucrado es la
anomalía esofágica. “El esófago es un tubo que conecta boca con estómago, pero que tiene un perristaltismo (movimiento muscular) que permite empujar la comida hacia el estómago. A veces, por alguna enfermedad puede producir alteración motora, lo que impide el normal funcionamiento de este generando el reflujo.
Según señala el doctor Mario Ferrario, el éxito del tratamiento de esta condición depende del diagnóstico y de los cambios conductuales que realice el paciente.
El diagnóstico se realiza a partir de la historia clínica del paciente (acidez, sobre todo nocturna,
halitosis, laringitis a repetición, personas que duermen mejor si duermen semi sentadas). Además, se indica una endoscopía, un examen de imagen que permite saber el nivel de inflamación del esófago (esofagitis) o si ya se desarrolló
Enfermedad de Barrett, según el nivel de daño producto de esta inflamación.
Sin embargo, dice el doctor Ferrario, para saber el nivel de acidez al que está sometido el esófago, la cantidad de eventos en los que se devuelve el contenido gástrico y la duración, se indica una
pH metría de 24 horas. “Este examen consiste en poner una sonda, durante todo un día, para medir los eventos de ácido o reflujo. Dependiendo de la cantidad de veces que se devuelva el contenido, las veces que ocurra y la acidez, se llevan esos datos a un puntaje y nos dice qué tan severo es el reflujo”, señala el especialista.
Según la historia clínica del paciente, los resultados de la
endoscopía y la pH metría, se indica un tratamiento a cada paciente. Si el reflujo es leve o moderado se indican fármacos.
“El tratamiento inicial es bloquear el ácido con inhibidores de la bomba de protones. Estos medicamentos son conocidos como omeprazol, esomeprazol, entre otros y tienen como función disminuir el nivel de ácido. Generalmente, los pacientes tienen una respuesta adecuada con estos fármacos. A eso se agrega tratamiento conductual, como no comer cosas pesadas en la noche, no comer y acostarse inmediatamente, dormir con varias almohadas o con el colchón inclinado para que la cabeza y el tórax queden más elevados, por ejemplo”.
En la menor cantidad de casos y si todas estas recomendaciones no tienen buen resultado, se indica una cirugía.