En dos semanas, el paciente ya puede retomar sus actividades habituales.
Tiene forma de mariposa y está ubicada en la parte delantera del cuello, justo debajo de la “manzana de Adán”. Esa es
la tiroides, una glándula que regula varias funciones corporales al producir hormonas que controlan la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la temperatura y el metabolismo del organismo, entre otras acciones
.
Cuando se diagnostica un
cáncer de tiroides, cuando hay
nódulos sospechosos de esta enfermedad, o ciertos tipos de
hipertiroidismo, esta glándula se extirpa en una cirugía conocida como
tiroidectomía.
Según el
doctor Luis Inzunza,
cirujano de cabeza y cuello de Clínica Las Condes en Estoril y en el
Centro Médico de Peñalolén, tras la cirugía, habitualmente la recuperación es rápida, por lo que el paciente puede retomar su actividad laboral y física en un plazo de unas dos semanas.
“Dependiendo de la patología y de lo que informe la biopsia de la tiroides ya extirpada, el paciente debe comenzar a tomar su
hormona tiroidea de reemplazo
(levotiroxina), para suplir a la hormona que ya no va a producir por la falta de la glándula tiroides”, señala el especialista.
Cabe mencionar que este medicamente se debe tomar de por vida, todos los días y en ayunas. “Si el paciente es responsable en la toma de su medicamento, va a mantener una
función tiroidea completamente normal, por lo que no tiene por qué sufrir alteraciones en su peso, ni cambios en su estado de ánimo, ni ningún otro problema relacionado con la extirpación de su tiroides”, explica el doctor Inzunza.
“El seguimiento después de la cirugía se realiza en conjunto entre el cirujano de Cabeza y Cuello y el endocrinólogo tratante, que irá ajustando la dosis de levotiroxina en cada paciente”, insiste el doctor Inzunza.
Mitos de la tiroidectomía
Uno de los temores que tienen los pacientes que serán sometidos a una tiroidectomía, es la posibilidad de
lesión de las cuerdas vocales.
“En realidad, lo que puede lesionarse no son las cuerdas vocales, sino los nervios que las inervan y les dan su movilidad, que se llama
nervio laríngeo inferior. Ese nervio es una estructura muy fina, del grosor similar al de la primera cuerda de una guitarra que asciende por el cuello a cada lado de la tráquea, hasta entrar en la laringe”, explica el cirujano.
La buena noticia es que, a pesar de ser una estructura muy diminuta y delicada, los equipos quirúrgicos que se dedican a esta cirugía habitualmente identifican y preservan indemne estos nervios laríngeos. “Sin embargo, es relativamente frecuente que en el postoperatorio inmediato exista
algún grado de disfonía producto de la inflamación producida por su manipulación, pero se trata de un fenómeno transitorio que revierte a los pocos días de operado”, dice el doctor Inzunza.