El reflujo gastroesofágico y el vesicoureteral son comunes en los primeros años.
El
reflujo es el retorno de algo que, en el organismo, se puede producir tanto a nivel
gastroesofágico como
vesicoureteral. En los niños, ambos son comunes y tienen solución.
El
reflujo vesicoureteral ocurre cuando la orina retrocede de manera anormal desde la vejiga por los uréteres (conductos delgados que conectan los riñones con la vejiga), llegando a los riñones. Esto puede causar
infección, cicatrices e incluso daño hepático a largo plazo, si es que no es tratado a tiempo.
El doctor
Jorge Godoy, cirujano infantil de Clínica Las Condes, explica que la etapa de inmadurez inicial es normal que el niño pueda tener reflujo, pero posterior a esa etapa -al año de vida- si persiste y además se va acompañando de infecciones urinarias, el paciente debe ser evaluado por un urólogo para determinar si es necesaria una cirugía del reflujo.
“Hoy puede ser mínimamente invasiva. Existen
técnicas endoscópicas que, a través de la uretra, ponemos un dispositivo que puede llegar a infiltrar sectores de la vejiga por donde entra la orina, a través de los conductos que vienen del riñón y uréteres. Esa infiltración con sustancias especiales, puede controlar de forma muy satisfactoria el reflujo vesicoureteral”, indica.
En el caso del
reflujo gastroesofágico, que suele manifestarse por vómitos, también es posible realizar una cirugía, la que también es frecuente. “El
vómito no es la única manifestación del reflujo gastroesofágico, puede tener reflujo severo y no vomitar nunca. Se puede manifestar con un niño que tiene
tos, asma permanente, niños que no suben de peso o son muy irritables”, dice el doctor.
Para controlar enfermedades como el vómito, las cirugías se realizan en una hora de plazo y en las que el paciente se puede ir al otro día. “El postoperatorio es satisfactorio. Es una cirugía que le cambia la vida a los niños”, asegura el especialista.