Es una afección inflamatoria, crónica, de origen hormonal (dependiente de andrógenos), de gran frecuencia en la adolescencia, afectando casi al 100% de los jóvenes. Generalmente, se resuelve alrededor de los 25 años, pero existe un porcentaje que puede persistir hasta la tercera y cuarta década de la vida, lo que se denomina acné tardío.
Afecta principalmente
La cara y las regiones seborreicas del tronco anterior y posterior, produciendo múltiples tipos de lesiones, lo que clasifica la severidad del acné. Distinta es la presencia de comedones o puntos negros con algunas pústulas, a la presencia de nódulos y cicatrices.
La terapia
Debe ser individualizada a cada paciente y dependerá de la edad, sexo, tipo y extensión de las lesiones, grado de severidad (leve, moderado o severo), tratamientos previos, presencia de cicatrices, compromiso psicológico o alteraciones endocrinas subyacentes, como el ovario poliquístico, entre otras.
El tratamiento
Está destinado a normalizar los procesos alterados en el acné: disolver comedones, disminuir la secreción sebácea y el número de bacterias presentes en estos pacientes. El tratamiento debe ser precoz y oportuno, para evitar que el acné avance en intensidad y deje secuelas físicas y psíquicas.