Manejo integral de adicciones

Descubrir que una conducta repetitiva y compulsiva puede constituir una adicción no siempre es tarea fácil, pero es el punto de partida fundamental para un camino de mejoría y rehabilitación.

Para muchas personas resulta casi una humorada reconocerse adictas al chocolate, las compras o el gimnasio, pero ¿qué pasa cuando la adicción es un problema real e involucra aspectos más complejos como el alcohol y las drogas?

Para partir, hay que definir que una conducta es adictiva cuando no se puede controlar aunque la persona lo quiera, que puede llevar a una dependencia y que es una enfermedad que impide vivir sin esas sustancias o conductas. Como explica el Dr. Daniel Seijas, psiquiatra de la Unidad de Adicciones de CLC; existen múltiples factores involucrados en que alguien llegue a convertirse en adicto o dependiente, ya que se trata de un problema biopsicosocial. Es decir, junto con los aspectos individuales (genéticos y rasgos de personalidad), el contexto familiar y social también determinan la vulnerabilidad a sufrir una dependencia.

Sin embargo, ser “bueno” para tomar, “buena” para comprar no es lo mismo que ser dependiente del alcohol, las drogas o la nicotina, o bien, dependiente de Internet, el juego o el sexo.

“El sólo hecho de que una persona quiera algo no la convierte en adicta. En el caso de los chocolates, o los zapatos, por ejemplo, determinar si una persona tiene una conducta impulsiva o adictiva depende del grado de descontrol. Si puede parar y no hay conflictos asociados, como impactar al entorno más cercano, lo más probable es que se trata de una fijación o una impulsividad”.

Para que haya una dependencia, en tanto, deben cumplirse una serie de requisitos, como existir fenómenos biológicos asociados (neuroadaptación o que el cerebro adapte su funcionamiento a ciertas sustancias), que la persona haya tratado sin éxito de dejarla y/o que dedique gran parte de su tiempo a llevar a cabo esa conducta adictiva.

El problema es que las personas suelen desconocer algunos de los principios básicos en torno a las dependencias, que son importantes de considerar tanto para prevenir conductas de riesgo como para detectar a tiempo algunos signos de adicción.


Falsa seguridad


“Aunque lo parezca, no soy adicto porque puedo dejarlo cuando quiera”.


La dependencia de sustancias es una enfermedad crónica, grave, que engaña a la persona afectada y a su entorno. Se pierde la capacidad de detenerse a tiempo y reconocer la gravedad del problema. Es la misma enfermedad la que se encarga de producir una negación.

Algunos se dan cuenta cuando tienen un accidente, cuando han estado al borde de querer terminar con su vida o cuando se produce una crisis en su entorno familiar. Precisamente, ese momento es el propicio para intervenir médicamente, hacer una evaluación completa y evitar que llegue a producirse una verdadera adicción. Es decir, una intervención precoz (al igual que en el cáncer y otras enfermedades) dará mejores resultados y ayudará a vivir mejor.


Cualquier puede convertirse en adicto


“No es necesario tener grandes problemas para caer en una adicción”.


Prueba de ello, dice el doctor Seijas, es que las ratas de laboratorio se hacen adictas en un estudio. En este sentido el contexto en el que se mueva una persona es muy relevante. Durante los últimos 25 años, por ejemplo, se ha triplicado el consumo de alcohol en gente joven, muchos de ellos motivados por el hecho de asignarle un valor al trago en sí; asociarlo a obtener un mayor reconocimiento entre los pares, llevar a cabo conductas más desinhibidas o reforzar el carácter. “La rapidez con que una persona se vuelva adicta a una sustancia depende de le edad, vulnerabilidad, apoyo social y/o familiar y cantidad de dosis que se consuman, entre otros”.

Además, el doctor Seijas agrega que “en la Unidad de Adicciones de CLC recibimos pacientes que en apenas dos años ya han desarrollado una adicción, y mientras más jóvenes, mayor es el daño que se produce”.

Una de cada tres personas tiene problemas con el alcohol en Chile


“Una cifra más que preocupante, avalada por el hecho de que la intoxicación por alcohol es uno de los motivos de consulta más habituales en los servicios de urgencia”.


Tener problemas significa que la persona toma y se embriaga; o que toma y tiene un accidente de tránsito; o que toma y al día siguiente se ausenta del trabajo, por nombrar algunos.

Según criterios técnicos del Ministerio de Salud, “bebedor problema” se refiere a cualquier forma de ingestión de alcohol que directa o indirectamente provoque consecuencias negativas para el individuo o para terceros, en las áreas de la salud, armonía familiar, rendimiento laboral o escolar, seguridad personal y funcionamiento social.


La genética importa


“Hay personas más susceptibles de caer en una dependencia debido a múltiples factores. Uno es tener antecedentes familiares de adicción, aunque no todas van a ser adictas”.

Si bien sabemos que las adicciones tienen hasta cinco veces más riesgo de aparecer en familiares, estas se heredan en forma poligénica y más compleja, donde hay involucradas otras series de variables (medio ambiente, historia personal, otros). “Pese a que puede existir una cierta predisposición, no se trata en ningún caso de algo absoluto, ya que las personas también tienen la oportunidad de aprender de experiencias familiares anteriores y evitar caer en conductas de riesgo. Aunque más vale prevenir que curar”.


No tratar una adicción puede tener resultado de muerte


“Considérelo antes de que sea demasiado tarde”.


En efecto, uno de cada dos fumadores muere a causa de enfermedades del tabaco (aproximadamente 40 al día en Chile por causas cardiovasculares, cáncer y respiratorias); el alcohol es uno de los principales causantes de accidentes de tránsito, homicidios, riñas, daño hepático, accidente vascular encefálico y daño agudo traumático. Las drogas, por su parte, pueden producir daño neuronal irreversible, sensación de omnipotencia (que puede llevar a asumir conductas de riesgo, que pongan en riesgo la vida) e infartos cardíacos, entre otros.


La adicción es una esclavitud de la que se liberan los pacientes con un tratamiento exitoso


“Las personas una vez que se hacen adictas, pierden la libertad para elegir qué hacer, y luego es la adicción la que comanda sus vidas. El problema es que generalmente la persona afectada es la última en darse cuenta o reconocer su problema”.

Según sostiene el doctor Seijas, la adicción mata a las personas de a poco, tanto emocional como físicamente y los va separando de los suyos. En este sentido, los pacientes que logran una buena adhesión al tratamiento sienten que vuelven a vivir y que se liberan de la esclavitud de la adicción.

“Ellos mismos dicen que les cambia la visión de la vida, que se sienten mejores personas, incluso de lo que eran antes de caer en la conducta adictiva. Sienten confianza en sí mismos, el reconocimiento del resto y la convicción de que “se la pueden”. Pero hay que tener mucho cuidado porque esta es una enfermedad que no se cura del todo, y es necesario estar siempre atentos a una posible recaída”.