Nuestros especialistas del área de la psicología y la geriatría explican que ese rol implica cambios profundos en la vida de la persona, quien debe tener en cuenta la necesidad de darse espacios para sí mismo, formarse e informarse sobre la tarea que debe realizar y cultivar el autocuidado en la vida cotidiana.
Cumplen una labor no remunerada, lo hacen por afecto y/o necesidad de algún familiar y, en general, deben postergar sus propios intereses y ocupaciones para hacerse cargo de cuidar a una persona físicamente dependiente que, muchas veces, está en la última etapa de su vida.
En virtud de esa labor desinteresada, nuestro país celebra el Día Nacional de las Personas Cuidadoras cada 5 de noviembre.
De acuerdo a cifras oficiales, en Chile existen unos 600 mil cuidadores y, respecto de este rol
el equipo de Gestión de Cuidados Humanizados de CPC Adultos de Clínica Las Condes y de la
Unidad de Cuidados del Adulto Mayor (
UCAM), coinciden en que asumir el rol de cuidador implica cambios profundos en la vida de una persona.
Y es que, además de que ocurre de manera inesperada y sin contar con preparación para ello, la experiencia va más allá de las tareas físicas o médicas. Convertirse en persona cuidadora representa también un cambio emocional, mental y espiritual. Por ello, en muchos casos, el cuidador comienza a perderse en los cuidados del otro, ya sea por no tener tiempo de autocuidado, dinero o redes de apoyo.
Los expertos de Clínica Las Condes destacan que la persona que se convierte en cuidador o cuidadora puede experimentar una mezcla de emociones, desde el deseo de ayudar a un ser querido hasta la ansiedad por la responsabilidad que conlleva, por lo que es común que enfrente desafíos afectivos y físicos.
Por una parte, el cuidador se enfrenta a experiencias profundas que lo conectan con la fragilidad y el ciclo natural de la vida, lo que puede despertar una mayor conciencia de la vida. Sin embargo, sentirse inseguro por creer que carece de las habilidades para ejercer labores de cuidado, puede aumentar el estrés, generar frustración, miedo, agotamiento e, incluso, resentimiento.
Consejos
Para enfrentar el desafío de convertirse en cuidador de una persona, los especialistas recomiendan:
- Cultivar el autocuidado en la vida cotidiana y tomarse tiempo para uno mismo para hacer algo que brinde paz o alegría como conectar con la naturaleza, el sol y la luz natural; limitar la exposición a noticias estresantes, y practicar técnicas de relajación y meditación.
- Mantener hábitos saludables: cuidar la dieta consumiendo alimentos menos procesados, priorizar la luz solar y limitar el consumo de alcohol y cafeína, junto con mantener una rutina física.
- Reconocer la vulnerabilidad y la necesidad de apoyo: aceptar que hay momentos de agotamiento y pedir apoyo a familiares y amigos, o recurrir a ayuda profesional.
- Validar las emociones propias: Es normal sentir frustración, tristeza o incluso enfado, observar estas emociones con curiosidad y sin juzgar, para así poder encontrar un ancla de calma interna.
- Cultivar la presencia compasiva: hacer menos y escuchar más, dejando que la persona a quien se está cuidando guíe su propio proceso, sin una actitud paternalista o de control. Esto requiere confianza en la persona cuidada y en uno mismo como cuidador.
- Informarse y formarse: aprovechar recursos educativos sobre el cuidado de personas mayores puede ayudar a sentirse más preparado y seguro en el rol.
- Comunicación abierta: mantener una comunicación clara y abierta con la persona dependiente y otros familiares puede facilitar el proceso de cuidado y ayudar a gestionar expectativas.
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