Inflamación e infección pueden avanzar a otras zonas cercanas a la garganta.
En la parte posterior de la boca y arriba de la garganta tenemos unos ganglios linfáticos que, en algunas ocasiones, se inflaman e incluso pueden acumular bacterias. Estos tejidos son las amígdalas.
Cuando las amígdalas capturan una gran cantidad de
bacterias, se produce una infección llamada
amigdalitis bacteriana y generalmente, es producida por un microorganismo llamado
estreptococo. Esta enfermedad se presenta con
dolor al tragar y
fiebre elevada.
El
doctor Luis Cabezas, otorrinolaringólogo de Clínica Las Condes, explica que la infección debe ser diagnosticada y tratada correctamente para evitar complicaciones, ya que si una amigdalitis no se le da el seguimiento médico en forma adecuada, pueden surgir distintas complicaciones.
“Lo más habitual es el
flegmón o absceso periamigdalino que ocurre principalmente cuando el paciente con amigdalitis aguda no realiza el tratamiento completo con antibióticos, o el medicamento indicado no fue el adecuado”, indica el especialista.
En esos casos, la infección no sólo se circunscribe a la amígdala, sino que además comienza a inflamar la
cápsula que envuelve a la amígdala, la rompe y se expande al cuello.
“Incluso, en casos más graves, afecta al mediastino (espacio entre los dos pulmones), lo que constituye un cuadro grave que causa mucho dolor, compromiso del estado general, dificultad para abrir la boca y la zona se siente dura”, dice el doctor Cabezas.
En situaciones como estas, el paciente debe ser hospitalizado para ser tratado
antibióticos endovenosos.
En otras ocasiones, una amigdalitis mal tratada o no tratada puede generar un absceso, esto es una cavidad con pus. “Si eso ocurre, el paciente debe ser operado para drenar dicha colección purulenta”, indica el otorrino laringólogo.
Distinto es cuando se trata de pacientes que a lo largo de los años han sufrido
varios cuadros de amigdalitis. La infección puede producir daño a nivel estructural de la amígdala y provocar que, en estas personas, pequeños enfriamientos o resfríos generen dolor de garganta y fiebre leve.