La gran cantidad de información medioambiental y sus alarmantes predicciones a futuro están provocando en algunas personas desesperanza e indefensión, sensaciones que poco a poco comienzan a afectar su calidad de vida con síntomas como insomnio, ansiedad generalizada, crisis de angustia, desánimo o ideas repetitivas de ruina.
En los últimos años el cambio climático se ha tomado la agenda mediática, por eso no es de extrañar que ahora nos enteremos más rápido que más puntos del planeta están experimentando cambios irreversibles: extinción de especies marinas, derretimiento de glaciares, acumulación de plástico en los océanos y los récords de temperaturas máximas que se registran en distintas partes del mundo.
Si antes se pensaba que estas modificaciones eran parte del ciclo natural del planeta, hoy sabemos que no es así, y si queremos contribuir a detenerlo, tenemos que cambiar algunos hábitos.
Para los especialistas, es común que en este escenario surja la llamada “Eco-ansiedad”, una situación positiva y motivadora que según algunos ecologistas podría convertirse en el motor necesario para que cada persona pueda iniciar cambios en su vida.
“Las principales modificaciones serían en los hábitos de compra, transporte y alimentación, los tres factores que han sido mencionados como más relevantes. En este escenario, la Eco-ansiedad para ser un motor de cambio debe estar acompañada de la esperanza de lograr revertir o al menos frenar este proceso a través del esfuerzo personal o colectivo”, explican los especialista.
¿Qué es la Eco-angustia?
Lamentablemente, también existen personas que al conocer toda la información en torno al cambio climático sienten que no es mucho lo que pueden aportar para modificar los malos pronósticos, por lo que comienzan a experimentar sentimientos de desesperanza y resignación.
“Es posible que una persona al analizar toda la información disponible llegue a la conclusión de que el cambio que se necesita para detener el calentamiento global depende casi exclusivamente de otros, por ejemplo, los poderes económicos y políticos, resultado que deriva en desesperanza y frustración.
Es en este último caso que la Eco-angustia puede transformarse en un problema de salud mental más que en un motor de cambio, ya que cuando esta ansiedad se acompaña de indefensión, puede empezar a afectar la calidad de vida de la persona y manifestar síntomas como insomnio, ansiedad generalizada, crisis de angustia, desánimo o ideas repetitivas de ruina”, comentan los psiquiatras de Clínica Las Condes
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Los especialistas además añaden que este cuadro ha sido más descrito en personas que trabajan vinculadas al estudio del medioambiente, como ecologistas, biólogos marinos, ornitólogos, geólogos y otros, aunque también es frecuente que se manifieste en la adolescencia, cuando predomina la idea de que el mundo adulto no está consciente del problema ni interesado en cambiarlo. También puede sufrirlo cualquier persona que sienta que su esfuerzo individual tiene poco impacto.
¿Cómo se trata la Eco-angustia?
La especialista explica que los últimos descubrimientos en neurociencia plantean la existencia de un sesgo negativo en la mente humana, que posiblemente habría tenido un rol evolutivo. Esto explicaría por qué para nuestra mente es más fácil quedarse con sentimientos de angustia que con contenidos positivos.
“Si no reparamos en este sesgo, podemos dar por ciertas interpretaciones enfocadas en las dificultades en el proceso de cambio global, mientras que enfocarnos en los movimientos positivos y fructíferos que han surgido y siguen apareciendo en torno al cambio climático, es lo que nos puede situar en un estado anímico de resolutividad. Cultivar una postura optimista es entonces una acción de por sí ecologista, pues hace más probable que tanto yo como mis cercanos realicemos los cambios de hábitos que serán útiles para mejorar la situación. Si cada vez más personas toman acciones informadas, individuales o colaborativas, los expertos afirman que se podría enlentecer significativamente el calentamiento global, situación que presentaría un escenario mucho más favorable que no hacer ningún cambio de conducta relacionado a este tema”, finalizan los psiquiatras.