Adultez no es sinónimo de seriedad: vuelve a jugar
30 de septiembre, 2016
·Adultos
Ayuda a reducir el estrés, proporciona alegría y bienestar.
Si más de alguna vez te han preguntado “¿cuándo madurarás?” o te han dicho “¡deja de jugar y ponte serio!”, probablemente seas de aquellos adultos que no se han olvidado de jugar.
Por
cuestiones culturales, se cree que los adultos debiéramos comportarnos con seriedad porque esa la conducta esperada para esa etapa de la vida.
Por eso, la
psicóloga de Clínica Las Condes, Daniela Toro, señala que de esta forma, “la sociedad nos va condicionando a dejar de lado lo lúdico, por lo que la capacidad de jugar en muchas personas se va extinguiendo”.
El problema es que olvidamos que la dimensión lúdica es inherente a nosotros y jugar es una actividad humana necesaria durante todas las etapas de la vida de una persona.
“El juego es una actividad libre con reglas que se consienten en libertad y que se desliga de propósitos de productividad o necesidad material. Es un espacio donde la protagonista es la fantasía. En el espacio del juego todo resulta posible con solo una disposición mental y corporal”, indica la especialista.
Ayuda al equilibrio personal y de la sociedad. Proporciona una experiencia única y singular gratificante y expresiva que se basa en una necesidad psicobiológica.
¿Por qué dejamos de jugar?
“Principalmente lo hacemos por condicionamientos culturales, por miedo a hacer el ridículo o por falta de tiempo, entre otros factores”, dice la psicóloga.
Pero jugar sólo trae beneficios
Es una actividad sana, que propicia alegría y sensación de bienestar. Es una actividad que facilita la reducción de la ansiedad y
disminuye el estrés. “Jugar es sano y se contrapone a la depresión. Es un espacio donde es posible la espontaneidad, donde hay momentos de absoluta coherencia entre el pensar, sentir y actuar. Es un espacio de conexión con el presente, un espacio que expande la creatividad, la imaginación y la expresión emocional”, enumera Daniela Toro.
Es más:
la condición lúdica es uno de los factores humanizadores de la sociedad en que nos insertamos. ¿Qué esperas? Vuelve a conectarte con el niño o la niña que llevas dentro y vuelve a jugar. Sólo trae beneficios.